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DETRAS DEL SOL
(Abril Despedaçado)

Brasil, 2001



Dirigida por
Walter Salles, con José Dumont, Rodrigo Santoro, Rita Assemany, Luiz Carlos Vasconcelos, Ravi Ramos Lacerda.



El odio, la venganza y los conflictos de sangre entre familias no saben de fronteras. Ni el amor de cadenas. Y esto queda bien explicitado en esta nueva película de Walter Salles (el realizador brasileño que nos deleitara con Estación central) en la que, basándose en la novela "Abril despedazado" del albanés Ismail Kadaré, traslada magistral y poéticamente una metáfora sobre el honor y la violencia desde los Balcanes, donde está ambientado el libro, al nordeste del Brasil.

En Detrás del sol Salles (quien actualmente está filmando en la Argentina una historia sobre el "Che" Guevara) abandona su estilo neorrealista para impactar con un film de imágenes esplendorosas (la persecución en el cañaveral, el niño en su columpio, la acróbata en la soga) y de símbolos por doquier.

La historia, que –al igual que Estación Central– comienza y termina casi en el mismo punto, está protagonizada por un niño analfabeto y soñador (Ravi Ramos Lacerda) que se atreve a romper los códigos familiares para evadir el destino de un ancestral atavismo. La acción se ubica en los albores del siglo XX en un mísero trapiche de la familia Breves, que enfrentada en una cruel lucha por la posesión de la tierra a los Ferreira debe vengar el asesinato reciente de su hijo Ignacio. Y será Tonho, el hijo mayor, el encargado de castigar la muerte de su hermano. Para ello ha de esperar que la sangre sobre la camisa del muerto (expuesta a la intemperie) mute su color rojo al amarillo. Esa será la señal para cobrar la vida de un Ferreira.

Y en ese hogar, que al decir de esa madre que va perdiendo a sus hijos es "donde los muertos mandan", transcurre la película entremezclando símbolos y realidades. La camisa ensangrentada que va marcando la proximidad de la muerte del "enemigo", la noria del trapiche y sus bueyes siempre girando en un círculo que no debe romperse, pero que sin embargo la saltimbanqui del circo trashumante –que puede bailar en las alturas y arrojar fuego por su boca– ayuda a quebrar influyendo, con su libro de cuentos y sonrisas, a los hermanos Breves, sin que por ello la película deje de ser poéticamente dolorosa.

El tiempo y la muerte son los verdaderos protagonistas de esta tragedia griega que ve alterado su inevitable final por las ganas de libertad de algunos de los protagonistas, y por el auténtico amor fraternal de otros.

Detrás del sol es una película cruda, áspera y hasta desgarradora. Pero excelente. Eso no significa, tal como sucedió en el Festival de Venecia (donde se llevó el Leoncino de Oro), que deba gustar a todos. Quizá no alcance el éxito masivo de Estación central. Lo que sería una pena.

Enrique Monzón      


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