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HASTA EL LIMITE
(G. I. Jane)

Estados Unidos, 1997


Dirigida por
Ridley Scott, con Demi Moore, Viggo Mortensen, Anne Bancroft, Jason Beghe, Daniel Von Bargen.



La nueva película de Ridley Scott (Alien, Blade Runner) gira en torno de una institución muy cara al cine de temática militar: los Navy Seals, las famosas tropas de élite de la marina estadounidense. Hasta el límite también es una "película de reclutas", verdadero subgénero dedicado a ensalzar las tortuosas rutinas al cabo de las cuales un puñado de frágiles adolescentes quedan convertidos en consumados expertos del arte bélico, hombres hechos y derechos listos para servir al Gran País.

Todos los ingredientes de la receta desfilan sin prisa ni pausa por la segunda película de Ridley Scott claramente concebida según los patrones del Mainstream hollywoodense (la primera fue Corazón de héroes, con Jeff Bridges). Las maratónicas jornadas de ejercicio al compás de los consabidos jingles, los chistes machistas, los malos tratos de la superioridad, atenuados a medida que los jóvenes se van templando, para concluir en una suerte de relación fraternal entre jerarcas y soldados rasos. Last but not least, el espíritu de cuerpo de la milicia vuelve a ser presentado como espíritu de solidaridad, aquí practicado por los futuros marines con efusión digna de colegiales cándidos. La novedad, claro, es que Hasta el límite está protagonizada por una mujer.

Esa mujer, Jordan O'Neil, es la primera dama que prueba suerte entre los aspirantes a Navy Seals, con lo que el personaje de Demi Moore está inevitablemente sobrevolado por connotaciones de sesgo feminista. Lo curioso es el modo en que el film las expone y las canaliza. O'Neil lleva sus ansias "igualitarias" al extremo de rechazar las ventajas que se le conceden en nombre de diferencias físicas que están más allá de cualquier prejuicio, como si Ridley Scott la hubiera utilizado para llevar más lejos que nunca el rasgo epidérmico del mito del héroe ("'el que todo lo puede"). La idea es que esta heroína... ¡hasta puede ser un varón! No por nada en determinado momento le ruge "Suck my Dick!" ("¡Chupame la verga!") a su instructor boquiabierto.

Cuando todo estaba aparentemente listo para el desenlace, a Hasta el límite se le ocurre empezar de nuevo. En efecto, una subpelícula en estilo Rambo arranca cuando una misión verdadera, inesperada, se encarga de bautizar en armas a los flamantes Seals. Los enemigos, a tono con los ya consagrados fantasmas cinematográficos de la posguerra fría, son militares libios subordinados a Khadafi. Las novedades en este punto son de índole técnico-fílmica: montaje tipo CNN, con zooms violentos y desenfoques, mostrando siempre de lejos a los árabes, lo que permite "minimizar" los daños sufridos por el rival y, al mismo tiempo, deshumanizarlo. Generosos primeros planos, mientras tanto, se encargan de resaltar el gallardo empeño de los norteamericanos, gloriosamente comandados por la teniente O’Neil.

Guillermo Ravaschino      

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