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REVELACIONES
(What Lies Beneath)

Estados Unidos, 2000


Dirigida por Robert Zemeckis, con Harrison Ford, Michelle Pfeiffer, Diana Scarwid, Joe Morton, James Remar, Miranda Otto.



Podríamos definir a Revelaciones como una película norteamericana de suspenso dirigida por el prestigioso Robert Zemeckis (Forrest Gump) y estelarizada por Harrison Ford y Michelle Pfeiffer. Pero lo propio es arrancar nombrándola como lo que esencialmente es: un bodrio.
También es un film de suspenso, o pretende serlo, y eso es lo grave porque una grosera malversación del género le sirve como coartada.

Vamos por partes. La primera ley no escrita del suspenso recomienda dosificar la información. O más exactamente: no dar demasiada información de golpe, pero tampoco tan poca como para que el espectador se aburra o distraiga. Resulta que los productores, el guionista y el director de Revelaciones sólo se acordaron de la primera parte de la ley. Y durante mucho, pero mucho rato no pasa naranja. Por cierto que Michelle Pfeiffer se asusta, casi desde el vamos, con esa vecina sufrida a la que a poco de apagarse las luces ya no vemos más en carne y hueso, y de la que Pfeiffer empieza a sospechar que ha sido víctima de un crimen. Pero eso es todo. Sin contar que su marido (Harrison) descree y que el público, que ya vio entre cuatro y doscientas (según la edad) películas como esta, sabe que algo hay.

Pasan largos, valiosos minutos que el film no atina a rellenar de otra manera que con los consabidos sustos: ruidos fuertes quebrando esos silencios de "hilo de violín"; puertas que se abren solas; algún espectro. A los veinte minutos ya queda claro que no hay ninguna base sólida; que lo que hace el film –Zemeckis– es barajar trucos sobre la nada. A los cuarenta minutos Revelaciones ya no aburre sino que da sueño: yo cabeceé cuatro veces, y eso que venía bien dormido.

Pero todavía falta mucho para el final. Y se nos ofrece un menú variado, devaluado e inconexo, en el que conviven alegremente (es un decir, ya que ni siquiera da para la risa) aspirantes a fantasmas, fantasmas diplomados, juegos de la copa (¡sí! Esos a los que jugábamos de púberes), el profesionalismo de Harrison Ford y unas caras imposibles de la Pfeiffer (que llega a jugarla de "adolescente pirucha"). Ah, Zemeckis no "homenajea" una sino tres veces a Alfred Hitchcock: por La ventana indiscreta, Vértigo y Psicosis. Al mago del suspenso deben estar doliéndole las muelas. O los huesos.

Guillermo Ravaschino