HOMEPAGE
ESTRENOS
VIDEOS
ARCHIVO
MOVIOLA
FORO
CARTELERA
PRENSA
ACERCA...
LINKS















VIDAS AL LIMITE
(Bringing Out The Dead)

Estados Unidos, 1999


Dirigida por Martin Scorsese, con Nicolas Cage, Patricia Arquette, John Goodman, Tom Sizemore, Cliff Curtis, Ving Rhames.



Frank Pierce (Nicolas Cage) está al borde de sus fuerzas. Forma parte del servicio de paramédicos neoyorquinos, una organización estatal que se ocupa de paliar diverso tipo de emergencias, y trabaja durante toda la noche. Tiene por nave una ambulancia, por piloto y copiloto (ya que se turnan al volante) a Larry, otro gordo simpaticón animado por John Goodman. Se nota que a Frank le gusta el oficio, aunque le cuesta sobrellevarlo. Y no es para menos: en una misma noche y en distintos puntos de Manhattan, debe hacer de enfermero, confidente, resucitador, asistente social y terapeuta, casi siempre "de ocasión", ya que no ha sido entrenado adecuadamente para la mayor parte de esos roles. ¿Cuánto más aguantará?

El film de Martin Scorsese traduce la vorágine de los paramédicos mediante el preciso esquema de montaje que preside cada una de las maratones del protagonista: secuencias de planos múltiples, muchas veces acelerados, en las que la ambulancia surca como un cohete la Gran Manzana al ritmo del rocanrol. Sí, son clips, pero se benefician del vértigo que el director de Taxi Driver (junto a Thelma Shoonmaker, su montajista de toda la vida) sabe exprimirle a Manhattan. Y aunque están un tanto reiterados, cumplen con su objetivo. También hay tiempo –aunque no mucho– para los contrapuntos: antes de una nueva misión, o durante alguno de esos "recreos" fugaces, fatalmente truncos que se toma Frank, el rock es reemplazado por unos tonos suavemente melancólicos, el clip cede ante ritmos más lentos, y el cerebro del paramédico recala en esa chica de 18 años que, desde algún lugar de su conciencia, lo reprocha. Esta chica, Rose, es un leit motiv de Frank y la película. Se le aparece una y otra vez, generalmente en cámara lenta, como un fantasma lánguido y quejoso. Se queja de que Frank no le salvó la vida. Corporiza la impotencia –que pesa tanto como el estrés en su mochila– ante todas esas otras almas que se le escapan a diario. Tal vez quepa cuestionar esta presencia: las calamidades con las que trata Frank Pierce son tan contantes y sonantes que podrían haber prescindido perfectamente de este plus virtual. Que, por lo demás, remeda a las empalagosas fantasmagorías que desbordan la filmografía de Eliseo Subiela.

Vidas al límite tiene su costado didáctico, y bienvenido sea. Los ritmos y colores de Scorsese son el vehículo de una información tan relevante como novedosa: a los hospitales de Nueva York también les faltan camas (¡no así gasa, como a los nuestros!) y personal idóneo. Por cierto que la historia no gira en torno de estas falencias sino de la evolución de Frank. Que lo aproxima a otra muchacha (esta de carne y hueso, interpretada por Patricia Arquette), que es la hija de uno de los tantos infartados que pasan por sus manos. Que lo pone en contacto con una peligrosa novedad narcótica, la "muerte roja" (¿existirá realmente?), mezcla de heroína y otras yerbas que está causando extragos entre la juventud neoyorquina. Que lo hace compartir algunas de esas largas noches con otros dos paramédicos: un negro evangelista (Ving Rhames) y un blanco-bestia-bruta (Tom Sizemore). Todas estas criaturas, incluido el blanco-bestia-bruta, obtienen el beneficio de la mirada tierna de Scorsese, de una levedad bien entendida que atraviesa felizmente a las imágenes. No es que el director "no juzgue" (ese lugar común): en todo caso juzga, pero absuelve, convencido de que no hay mayores culpas ni condenas para repartir. Y Cage no sobreactúa (o casi), con lo que no será difícil encariñarse también con él.

Un poco a contramano de sus tradiciones, Scorsese prefirió no hacer "crecer" a la historia en términos convencionales. Vidas al límite no depara grandes avances dramáticos, y son pocos los conflictos que se resuelven para dar lugar a otros. Antes bien, se plantea como la radiografía de un puñado de almas en un momento y un lugar determinados. Como un collage que se va armando, y extendiendo, horizontalmente. Lo curioso es que aquí radica su imprevisibilidad.

Guillermo Ravaschino      


Enviá tu crítica al Foro  |  Leé otras opiniones en el Foro