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20º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata
Apuntes generales + notas de color


Escenas lejos del mar


Moodyson, Lukas: con A Hole In My Heart, el director sueco de Descubriendo el amor irritó a muchos, gustó a unos pocos y agotó a todos. Una película sobre un padre que hace videos porno junto a otro hombre y una chica (y sobre su hijo, adolescente retraído en su habitación), en la que Moodyson confirma que siempre puede ir un poco más allá, aunque a veces no esté del todo claro hacia dónde. Caótico, atropellado, acelerado, el film muestra a un director que, como sus personajes, busca abrirse al mundo externo para así poder crear su propio mundo interior. En este periplo Moodyson pone todo de sí, y lo único que uno puede imaginar (aunque sepa que no ocurrió) es que cayó muerto al finalizar la producción.

Godard, Jean-Luc: volvió a su mejor forma con Notre Musique, provocando euforias desmedidas en sus fans (ante mi pedido de opinión, Gustavo Castagna le puso de puntaje 1000) y sorprendiendo a sus tímidos detractores, como el que escribe, que piensa que ha sabido ser muy irritante y que Elogio del amor –su anterior película– tocaba cumbres de ombliguismo. En Nuestra música, Godard se permite ser un poco más abierto y transparente sin dejar de ser cínico y ácido como sólo él lo es. Con momentos de reflexión notables, ¡casi es apta para todo público! Al borde de los 75 abriles, el francés sonado sigue dando pelea.

Ozu, Yasujiro: el espíritu de su filmografía, vinculado con el transcurso del tiempo y su incidencia en las dimensiones urbanas, del espacio y del físico humano, estuvo presente a través de Café Lumière, realizada por Hou Hsiao-hsien en homenaje al centenario del nacimiento (en 2003) del legendario cineasta responsable de Historia de Tokio. Un film notable, en el que parece que pasa nada importante y a nadie le importa. Todo allí fluye como un río, y lo mejor que uno puede hacer es relajarse y disfrutar.

Hugo del Carril: había visto Las aguas bajan turbias, y en la retrospectiva que armó el Festival en su homenaje tuve la oportunidad de presenciar su obra maestra, Más allá del olvido (1956), un melodrama con ecos de Rebeca y que anticipó en dos años a Vértigo, de Hitchcock. Como para seguir creyendo en los clásicos y en su poder intacto a través del tiempo.

Oldboy: dirigida por Park Chan-wook (responsable de Sympathy For Mr. Vengeance y niño mimado de Tarantino), premiada en Cannes, arranca como un cuento de revancha bien filmado pero convencional para ir convirtiéndose en un melodrama con ecos de tragedia griega. Extremo, desgarrador, visceral, conmovedor, fue la grata confirmación de un director que que es mucho más que un mero discípulo de Quentin.

Ceremonia de Apertura: no pasó un minuto durante todo este ¿show? en que no me sintiera impaciente, hastiado, avergonzado y demás variantes. Da pena escribir sobre esto, y no es mi intención hacer una crítica destructiva, pero ciertas autoridades deberían darse cuenta de que Mar del Plata no es Cannes, ni la Argentina Francia. No podemos pretender montar un espectáculo similar al de la alfombra roja de los Oscar con un presupuesto –y una capacidad de organización– diez veces menor, que llevó a que el evento comenzase pasadas las 21 cuando estaba previsto para las 19. Basta de discursos populistas, que dicen poco y nada. Se podría haber hecho de manera más sobria y escueta, con dos o tres disertaciones breves, la presentación bien sencilla de los jurados y punto. Pero se eligió "el brillo", "el glamour", "el despliegue escénico", y por momentos el caos lo dominó todo. Pudo haber sido peor... pero no mucho.

Competencia Oficial: vi muy poco y no me siento con gran derecho a opinar sobre el nivel de lo exhibido y los premios entregados en esta sección. Lean a Mauricio Faliero y a Javier Luzi. Con ellos me informé y fue lo mejor que pude hacer. Claros, precisos. Se los recomiendo.

La Mujer y el Cine: otra sección a la que me dediqué escasamente. Lo que tuve oportunidad de ver me defraudó –en especial Esperando las nubes, de la que huí a la media hora–, más teniendo en cuenta que las películas de esta sección solían exhibir un nivel parejo y seguro a lo largo de las últimas ediciones del Festival.

Lo mejor fue En el país de la leche y el dinero, que cuando se plantea como una crítica feroz a las instituciones familiares y políticas alcanza una gran performance, pero cuando se conforma con ser una sátira a las películas de clase B cae en un pozo. Sin ser una maravilla, bastante interesante.

Cócteles y conferencias: una típica rutina de todo festival consiste en tratar de estar enterado de todos los cócteles y reuniones en que se ofrezcan comidas y/o canapés: dónde se hacen, a qué hora, cómo llegar, si es necesaria invitación, cómo conseguirla, etc. Este año faltó el máximo experto en estos menesteres: Jorge García, crítico de "El Amante", quien prefirió irse a Guadalajara a tomarse unos tequilas. Sin embargo, tuve la oportunidad de estar presente en el ágape organizado por el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna (¿?), profuso en carnes (obvio), vinos y canapés. También llegué (tarde; ya no quedaban ni los cubiertos) a uno organizado por el programa "Raíces", antes de una conferencia de prensa en la que Jorge Coscia, titular del INCAA, se definió orgullosamente como "setentista". En medio de los aplausos, un colega cuyo nombre no voy a revelar gritó "¡Grande Coscia, bárbara la comida!". Telón lento (y piadoso).

Baile, disco: el Festival compensó la falta de un punto de encuentro neto (la gente siempre tendía a dispersarse) con trasnoches de baile animadas por distintos DJs cuyos nombres no recuerdo ni conocía. La Llorona, El Hermitage y Chocolate fueron algunas de las locaciones. También hubo fiestas en el Yatch Club y en el Costa Galana.

Bellezas: hubo demasiadas mujeres hermosas, simpáticas e inteligentes en este Festival, con lo cual se hizo difícil conservar la cordura y el buen comportamiento. Destaco dos: Yasmine Kassari, directora belga-marroquí responsable de El niño dormido (ganadora del premio a Mejor Director en la Competencia Oficial) y Cynthia García, periodista de "Noticine". Como para hacerse feminista (ante la falta de alternativa mejor).

Cines: repletos en muchas ocasiones, a pesar de que se duplicaron las salas disponibles. Ninguno reunió las condiciones ideales. O era muy fría la sala, o los asientos no eran muy cómodos, o la pantalla no era la mejor. Pero casi no hubo problemas insalvables, y se pudo ver todo lo que uno quiso. Quizá lo peor fue la distancia entre unas salas y otras, aunque la reincorporación del complejo formado por el América y el Atlas, grandes y dedicados a secciones convocantes como Cerca de lo Oscuro y Punto de Vista, fue una gran decisión.

Homenajes: alguien me dijo con total acierto que uno de los problemas más graves de este Festival es su imperiosa necesidad de llenar el hueco dejado por los veinte años en que estuvo ausente. De ahí los homenajes, premios y plaquetas para directores, actores, películas que tuvieron su momento allá lejos y hace tiempo... y que envejecieron bastante mal. Mar del Plata debería pensar y mirar hacia adelante, junto a los nuevos cineastas independientes, en lugar de seguir apadrinando a exponentes de una "industria" que ni siquiera merece llamarse así.

Viaje, comida, alojamiento: el viaje de ida en tren fue cómodo, rápido y placentero. El de vuelta un desastre, con la formación demorada cinco horas en Coronel Vidal, a pocos kilómetros de Mar del Plata.

El hotel estuvo muy lindo: TV por cable, cama confortable, desayuno abundante... como para creer que existe una vida mejor pero más cara.

El mayor problema era conseguir dónde comer barato (y bien): suerte que lo tenía a Faliero (nuestro colega de redacción marplatense).

Playa: este... bueno... desde una cuadra de distancia... se veía lindo... al mar me refiero. Como me dijo cierta señorita: se me notó mucho que no me bronceé para nada.

Sala de prensa: lo mejor fue la gente a cargo del lugar. El comportamiento de Bucky Butkovic y su equipo fue impecable para conmigo. No me faltaron entradas, me atendieron siempre de buen humor, respondieron a todos mis pedidos, me entregaron el material necesario en tiempo y forma. Para con el resto de las personas que conozco el comportamiento fue similar, y lo menos que puedo hacer es agradecerles. Con semejante esfuerzo y voluntad, se disimula cualquier falla.

Niños y jóvenes: hubo varias películas con menores en el reparto. Muchos de ellos sufriendo como marranos, como en Stray Dogs y Las tortugas también pueden volar, lo que provocó iras diversas. También en comedias divertidas, como El efecto ketchup, que no es una obra maestra al estilo Descubriendo el amor, pero se defiende. La mejor fue Tierra y cenizas, donde el niño que acompaña a su abuelo a decirle a su padre que todo el resto de su familia ha muerto no es el centro de la trama pero sí importante, sin invadir otros territorios. Dependiendo del lugar y la forma asignados, los niños levantaron o terminaron de hundir a unos cuantos films de este festival.

Documentales: vi poco y nada, pero lo que vi me gustó mucho. In The Dark e Iván Z encarnan distintos itinerarios de búsqueda. El primero es el más extremo, mostrando en forma insólita la vida de un ciego y su gato. El segundo es una simpática y melancólica entrevista a Iván Zulueta, director del film de culto español Arrebato. Gratos momentos del Festival.

Objetos perdidos: Tarnation, Los tres estados de la melancolía y El sabor del té fueron las que más lamenté haberme perdido (por razones que no vienen al caso). Gajes de coberturas festivaleras, que se les dice.

Balbi, Fausto Nicolás: el responsable de "Cinerama", otro sitio para el que trabajo, se recibió de Fiestero del Año. La pasó bomba y asombró a propios y extraños con su soltura, desfachatez, talento y capacidad para establecer contactos. Mezcla de guarango con poeta (estilo Neruda digamos), se transformó siempre en el alma de la fiesta. Para botón de muestra, me pidió que le sirviera de traductor para hablar con Yasmine Kassari y obtener su mail por cuestiones estrictamente laborales. La noche siguiente, ya hablaba con ella sin necesidad de traductor (e improbablemente por cuestiones laborales). Cuando aprenda inglés, estaremos fritos.

Amigos: hasta este festival a la única redactora de CINEISMO que conocía personalmente era a Josefina Sartora. Esta vez tuve ocasión de toparme con otros miembros del staff, como Tomás Binder y Ezequiel Schmoller. Pero fue con Mauricio Faliero y Javier Luzi con los que pasé mayor tiempo y establecí una gran conexión.

Javier –que estudia Letras en la misma facultad de la UBA donde yo estudio Artes–, de 33 años, parece mucho más joven por el espíritu juvenil que irradia. Es al mismo tiempo tolerante, divertido, entrador, solidario y apasionado (sin ser agresivo). Un placer hablar con él, compartir ceremonias, charlas y eventos.

Mauricio vive en Mar del Plata, es periodista, mide 1,90 (mi escasa altura, al lado suyo, quedaba muy en evidencia) y lógicamente, en algún momento de su vida jugó al básquet. Faliero responde al clásico lugar común del grandote pacífico difícil de irritar, aun por mis exabruptos cuando discutíamos sobre películas en las que nuestros gustos diferían.

Habitualmente se nos sumaba María José Garufi, periodista del diario marplatense "El Atlántico", quien puede pasar del estilo más reo (a tal punto que, en broma, se la llamaba José María) al más dulce y delicado. Sin embargo, su inteligencia, capacidad reflexiva y para escuchar nunca desaparecen; son virtudes permanentes en ella.

En los últimos días, cuando la cantidad de films vistos iba en descenso y las horas de charla y diversión en ascenso, también pude conocer al novio de Majo, Nicolás (del cual lo mejor que se puede decir es que es digno novio de esta muchacha) y a Brian, otro amigo de Faliero y Majo que demostró ser un excelente tipo.

Al redactar estas líneas, toda esta gente produce en mí sensaciones contradictorias: me inspiran a escribir sobre ellos lo mejor posible pero aun así me cuesta encontrar las palabras apropiadas para describirlos como se merecen. Quizá lo más adecuado sea decir que difícilmente la hubiera pasado mejor sin ellos. Y que con ellos la estadía en Mardel se me hizo diez veces más agradable (ya tengo ganas de volver).

Rodrigo Seijas     

OTRAS NOTAS SOBRE ESTE FESTIVAL:
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   >Competencia Oficial
   >Ventana Documental
   >Punto de Vista
   >Cerca de lo Oscuro
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   >Heterodoxia
   >La Mujer y el Cine
   >América Latina XXI