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BOSSA NOVA

Brasil-Estados Unidos, 1999


Dirigida por Bruno Barreto, con Amy Irving, Antonio Fagundes, Alexandre Borges, Debora Bloch, Drica Moraes, Stephen Tobolowsky.



Bossa Nova es una comedia romántica "de factura industrial": técnicamente cuidada, bien hechita, siempre con los pies dentro del plato de las añejas recetas maduradas en Estados Unidos y aplicadas en el resto del mundo con el correr de las décadas. Como coproducción entre Brasil y el gran país del Norte que es, hay que agregarle al plato los consabidos ingredientes del caso. Que en la ocasión, y por el lado yanqui, pasan por la protagónica Amy Irving, que allá lejos y hace tiempo fue una cara en Carrie (Brian de Palma, 1976), algo después la esposa de Steven Spielberg y mucho más tarde la de Bruno Barreto, brasileño, director de Doña Flor y sus dos maridos (1978) y del film que nos ocupa. Amy es Mary Ann Simpson, una exitosa profesora de inglés en Río de Janeiro, y algo así como el vértice de las múltiples historias que se entrelazan en la película.

Algunas de ellas: Pedro Paulo (el brasileño Antonio Fagundes, que es uno entre tantos "galanes maduros" pero a la vez un gran actor) se enamora de nuestra profesora a primera vista, poco después de romper con la que fuera su mujer por siete años. Oportunamente, esta mujer entrará en crisis con su nueva pareja –un chino– cuando le descubra vicios innombrables (como... ¡eructar!) y querrá volver a su antiguo amor. Nadine, amiga de Mary Ann, sostiene un romance por computadora con un yanqui que volará a Brasil en viaje de negocios. Acacio, un crack de fútbol improbable –insoportablemente mal actuado y dialogado– es otro alumno de Miss Simpson, al igual que Pedro Paulo, y coquetea con ella, aunque la nueva secretaria de este último procurará arrancárselo de las manos. Hay unas cuantas parejas posibles más, que se plantean al comienzo y se consuman y deshacen a un ritmo más o menos acelerado. Y entre otros personajes aparece Alberto de Mendoza (el primer "Rafa" de la televisión argentina), quien hace a un sastre muy compenetrado con su trabajo: hay que verlo conversando con las telas...

Comedias románticas industriales han habido de todas clases: buenas, discretas, horribles. Lo que Ud. querrá saber es: en dicho contexto, ¿adonde ubicamos a esta? Aquí y allá. Su primera mitad es mayormente espantosa. Por un lado, el latoso acento de Amy Irving y su endeble presencia sugieren que la actriz fue metida en la película por una ventana. Por el otro, los planos generales "en función paisajística" (los morros, los tranvías, las arenas y las aguas) son tantos y tan impúdicos que invitan a pensar a Bossa Nova como una producción del ente de Turismo carioca. Pero el guión no está del todo mal: es enredado como todos aunque más dinámico y coherente –y a su modo, inteligente– que la mayoría. Con el tiempo, y toda vez que el futbolista, Irving y las postales de Rio se lo permiten, obsequia tres o cuatro momentos de genuino romanticismo.

Guillermo Ravaschino