Es casi como cualquier otra comedia americana. Trabaja casi
sobre los mismos tópicos de un montón de películas hollywoodenses. Sus
recursos formales y su tono, entre humorístico, melancólico y romántico, casi
no distan de tantos otros films del rubro, ni de las anteriores películas
de Cameron Crowe, su director. Pero Casi famosos tiene un guión sin
fisuras, actuaciones parejas y convincentes, mejor música, cierta nostalgia
que la vuelve atrapante y una trama que explota el recurso autobiográfico
para ahondar en el mundo del rock and roll y la crítica musical de los
años ‘70.
William Miller (debutante Patrick Fugit), alter ego de Crowe a los quince
años, ama la música desde que su hermana mayor, cansada de la opresión
que sufre en el hogar, decide partir en busca de nuevas emociones y le deja
su tesoro: la preciada colección de LPs de Joni Mitchell, Bob Dylan
y Led Zeppelin (entre otros). Que para esa madre sobreprotectora, encarnada
por una acertadísima Frances McDormand, equivalen a la fruta prohibida del
pecado y la promiscuidad. Y para William, a la libertad. Así se lo anticipa
su hermana antes de alejarse al ritmo de "América", de Simon and
Garfunkel. A partir de aquí William inicia un viaje transformador.
El conflicto se desencadena cuando la revista Rolling Stone le encomienda
entrevistar al grupo Stillwater durante su gira (un sueño hecho realidad
para este joven que escribe como amateur). Este camino, que es literal pero
también interno, le plantea varios desafíos: confirmar su vocación
de periodista de rock, desentrañar un dilema moral –la amistad y el
placer frente a la responsabilidad y el deber de "ser honesto e
inclemente"–, superar la virginidad, enamorarse, madurar...
Sin saberlo, William va en busca de su identidad. Por eso, tal vez, para
los integrantes de Stillwater no tiene nombre; ellos simplemente lo llaman
"El enemigo". Pero el grupo lo adopta, le abre las puertas de un
mundo nuevo. Allí conoce a Penny Lane, quien obviamente remite a la
canción de Los Beatles (que mucho inspiraron a Crowe). La ayuda de esta fan
enamorada del guitarrista de la banda será inestimable a la hora de
conseguir la nota. Penny (Kate Hudson, hija de Goldie Hawn, en un
papel primordial que le permite lucirse) es la que pone manos a la obra para
interceder por William cuando a este le cuesta pasar a la acción.
En Casi famosos las situaciones y los personajes se hilvanan a
través de la mirada de William. Hay un triángulo amoroso y, fuera del
"mundo ficticio" del rock (y los hoteles y la diversión), están
su madre, que lo guía en la vida, y Lester (Phillip Seymour Hoffman), su
mentor, que lo guía en el oficio. La primera está continuamente presente a
través de los llamados telefónicos, los mensajes y las advertencias sobre
la droga, el estudio y la ansiedad por que vuelva. El segundo, crítico de Creem,
lo aconseja, también a la distancia, sobre cómo comportarse con la
estrellas, los editores y las mujeres: "las chicas se quedan con los
cantantes lindos; nosotros somos los inteligentes", se lamenta.
Aunque todas estas criaturas giran en torno de William, el film nunca
abandona el punto de vista de su personaje principal. Por eso se justifican
en parte ciertas escenas de "sexo, droga y rock and roll" que
pecan de inocentes, o aparecen directamente fuera de campo (porque William
no las ve) para el espectador. Lo mismo ocurre con algunas secuencias algo
remanidas que, no obstante, cumplen un papel dramático. Como cuando el
joven va con su nuevo "amigo", el guitarrista Russell Hammond
(Billy Crudup), a una fiesta y el músico toma ácidos, se cree un dios y
desde lo alto de un techo salta a una pileta rodeada de adolescentes. O
cuando los integrantes del grupo se pelean por el protagonismo en una remera
de promoción y casi terminan separándose. No son tramos del todo lúcidos,
pero aportan información valiosa en función de lo que William escribirá
sobre la banda en la revista.
Otro de los componentes –no el menos importante– es la música. Crowe
la ama y lo demuestra: Casi famosos no sólo es "sobre"
músicos sino que "está hecha" de música. Una materia prima con
la que crea climas, expresa emociones, postula ideas sobre los verdaderos fans
de los cantantes, mira con nostalgia esos discos que son el
"ideal" de la hermana de William y luego el de él, que intentará
capturarlos con palabras. Si bien la música cumple con un rol
importante dentro del film, lo de Crowe no llega al regodeo. Las secuencias
de los recitales, por ejemplo, sólo son utilizadas para hacer avanzar el
relato y mostrar la transformación de William (como cuando Penny le quita
el lápiz con el que toma apuntes para que se relaje y disfrute).
El director de Jerry Maguire (1996) no encontró, esta vez, una
frase tan taquillera como la incluida en aquel film: "Show Me The
Money". Pero se valió de otra que resume el espíritu de lo que están
viviendo los personajes: "And Then, It Happens" (y entonces, está
sucediendo). Sobre el desenlace, alguien le dice a William: "Escribe lo
que quieras". ¿Sabrá qué es lo que quiere escribir? ¿Habrá hecho
para entonces su propia huella, o terminará complaciendo a todos, a
mitad de camino? No olvidemos que Casi famosos es parte de la vida y
las pasiones de Cameron Crowe. Escribir –criticar– es una de ellas. La
otra es filmar, y dentro de los parámetros de la industria de Hollywood,
que no es chiste. Tal vez de eso se trate todo esto: de una lucha constante.
En la que sólo a veces se puede decir "escribe (filma) lo que
quieras". Creo que en esta oportunidad el director se dio el gusto, y
no se equivocó.