Secuela de 101 Dálmatas (1996) –ésta a su vez remake del dibujo
animado One Hundred and One Dalmatians estrenado en 1961–, 102
Dálmatas nos trae poco más que cientos de puppies; una villana
que sospechosamente desea redimirse ante la opinión pública de las
maldades cometidas en la primera parte; y al inefable Gérard Depardieu,
impecable –aunque poco aprovechado– en su rol de modisto vulgar y
fortachón.
La historia es conocida por todos: la despampanante Cruella De Vil había
terminado en prisión en el final de 101 Dálmatas acusada de
secuestrar cachorros al por mayor con el objeto de vestirse con un tapado de
piel de dálmata, el único animal que le faltaba sacrificar por entonces en
nombre de su obsesión por la moda. La segunda parte arranca con una nueva
Cruella (sigue interpretándola Glenn Close), aparentemente reformada
gracias al experto Dr. Pavlov que, merced a sus experimentos conductivos,
logra conciliar gatos con canarios por ejemplo, así como rehabilitar a
nuestra malvada de su placer de fashion victim antiecológica. Así
que ahora, autorebautizada con el nombre de Ella, intenta obtener el
perdón de la opinión pública y la confianza por parte de su agente de
libertad condicional, invirtiendo varios millones en una perrera cuyos
dueños están a punto de ser desalojados. Seguida de cerca por Cloé (Alice
Evans), la responsable de su libertad, Ella aparecerá representada
por los medios como "la malvada que cambió para servir a la
sociedad". Y aparentará en consecuencia, escondiendo sus docenas de
tapados en el subsuelo de su mansión y aprendiendo a llevarse poco menos
que mal con su nuevo can, un perrito diminuto y feúcho que detesta a su
dueña. Pero pronto volverá a su plan para lograr el tapado de piel de
dálmata perfecto; y para esto actuará junto al diseñador poco estilizado
de Jean Pierre Le Pelt (Depardieu), quien seducido por la fama de tamaña
clienta, se pone a sus órdenes.
Desde luego que no falta la historia de "amores perros": Cloé,
dueña de media docena de dálmatas (entre ellos, ¡un cachorro sin
manchas!) y Kevin (Ioan Gruffudd), que tiene una perrera adonde aloja a
perros de la calle y a un lorito de cierta frescura que se cree un
rottweiler, tendrán su affaire en el que repetirán escenas de la película
animada, que de hecho se alterna con algunas imágenes de la pareja comiendo
tallarines en pleno idilio.
Dirigida por Kevin Lima, uno de los responsables de la versión animada
de Tarzán, 102 Dálmatas no dejará de ser atractiva para los
chicos aunque no aporte grandes cambios a la historia inicial: los grandes
héroes vuelven a ser los puppies, babosos y de razas varias.
Con una historia previsible y actores pagadores como Close
(doblada en la versión local por Reina Reech, a la que afortunadamente no
nos tocó escuchar) y Depardieu, la Disney apostó, una vez más, a lo
seguro. Mientras en Estados Unidos se especula con un nuevo aumento en la
venta de dálmatas y ciertas asociaciones ecológicas ya están haciendo
movilizaciones, lo único realmente justo de esta película es que
Cruella no volverá a hacer de las suyas, o eso al menos es lo que parece.
Después de todo, ya hay bastantes Cruellas en la vida real.
Karina Noriega