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COMO SI FUERA LA PRIMERA VEZ
(50 First Dates)

Estados Unidos, 2004


Dirigida por Peter Segal, con Adam Sandler, Drew Barrymore, Rob Schneider, Sean Astin, Dan Aykroyd.



Hace pocos días, en el Festival de Cine Independiente de Buenos Aires, conversaba con el colega Agustín Campero acerca de Adam Sandler. El sostenía que no sólo existe un Sandler “actor”, sino también un Sandler “autor”. Yo no estaba de acuerdo, pues creía que fuera de Embriagado de amor (cuyo director –y en todo caso autor– es Paul Thomas Anderson) el universo de Sandler no reúne la suficiente coherencia y constituye más que nada un salpicón de buenos momentos, adornados por apariciones estelares de amigos del actor, con el comando de directores con escasa personalidad.

Pero Como si fuera la primera vez da vuelta la tortilla. Es cierto que vuelven a estar los amigos de siempre (Rob Schneider, por ejemplo) y que el director Peter Segal no es precisamente un tipo con visión propia. Pero el estilo descontrolado y dulce al mismo tiempo del actor de Saturday Night Live alcanza su punto de caramelo con la historia de Henry (Sandler), un soltero muy en el estilo de Isidoro Cañones, que se la pasa estableciendo relaciones sin compromiso… hasta que conoce a Lucy (Drew Barrymore). El flechazo es mutuo e instantáneo, pero hay ciertas complicaciones: Lucy sufrió un terrible accidente y perdió la memoria a corto plazo, con lo cual es incapaz de recordar lo que le sucedió en las últimas 24 horas. Su padre y su hermano no encontraron otra solución que adaptarse a la situación, y preparan cada día de forma idéntica al día del accidente, para que Lucy no sufra ningún tipo de shock. Pero Henry decide desafiar esa regla, porque es conciente de que lo único que hace Lucy, como su hermano y su padre, es vivir una mentira.

Lo bueno es que la película no necesita decirlo; permite que el espectador llegue a este razonamiento por sí solo. Lo mismo pasa con el resto de las acciones y sentimientos de los personajes: sin dejar de ser compleja, esta es una película transparente en la que resulta fácil intuir lo que sienten los protagonistas. Henry decide conquistar una y otra vez a Lucy, demostrándole un amor infinito, tratando de mejorar su vida, pero contándole la verdad sobre su condición, porque ese problema es parte de la persona de la que está enamorado. Y el amor que demuestra Henry es tan grande… que Lucy no puede evitar enamorarse cada día de él.

Como si fuera la primera vez es un film optimista pero también realista. Lo que menos se puede esperar durante toda la historia es una especie de milagro que le devuelva mágicamente la memoria a Lucy. Pero eso no significa que no pueda tener una vida. La última película “de Sandler”, pues, apuesta a la verdad por sobre todas las cosas. Y, a pesar de sus imperfecciones, es agradable y hermosa. Como Lucy, esa chica capaz de volver a Henry más loco de lo que está. Y como el universo Sandler, quien acaba de recibirse de autor.

Rodrigo Seijas      


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