El padre Matt Gutiérrez (Antonio
Banderas) es enviado por El Vaticano para investigar el hallazgo de unos
huesos que una arqueóloga descubrió en Jerusalén y que podrían ser los
de Jesús. En realidad, el espectador se entera de antemano, y no de
manera muy sutil, que más que a profundizar en el tema, el cura viaja
desde Roma para encontrar el error, la excusa, el motivo que permita
afirmar que de ninguna manera ese supuesto es posible.
Como premisa, el planteo fantasioso de un posible
descubrimiento científico que pone en jaque uno de los dogmas más
importantes del cristianismo –la resurrección de Jesucristo– es
atractivo y hasta despierta cierta inquietud. Pero con el correr de los
minutos, la propuesta se desdibuja. Lo que parecía una idea interesante
para ahondar en las posibles consecuencias que ocasionaría en la
humanidad creyente tamaña revelación, termina por transitar caminos
bastante obvios y alejados de la tensión y el suspenso que la trama
requería.
Así, en El cuerpo se sucederán los intereses
políticos e ideológicos, subrayados por la idea explícita en más de
una oportunidad de que "Dios no tiene lugar en política". Es
por eso que, para quitar "el problema" del medio o sacar algún
provecho, todos querrán conseguir el preciado tesoro: judíos ortodoxos
(por molestar a los muertos), palestinos (para chantajear a sus enemigos
religiosos), funcionarios israelíes (para extorsionar a la Iglesia y
quedar bien con los altos mandos de gobierno). Pero todo es tan evidente y
tan endeble...
Los "malos", representados en la figura del
terrorista palestino, no son tan malos como para hacer funcionar
efectivamente la tensión que debería ejercer la figura del villano; a
pesar de que hay explosiones, secuestro de niños y algunas muertes.
Además, todos los "bandos" –los ortodoxos, los palestinos,
los cardenales católicos– están delineados de manera esquemática y
estereotipada.
Para los tres personajes centrales las cosas no son muy
diferentes. El padre Lavelle (Derek Jacobi), también arqueólogo y uno de
los primeros consultados ante el descubrimiento, es una de las víctimas
que se cobra la historia para demostrar los peligros de una crisis de fe
como la que podría suscitar la supuesta verdad. Sharon Golban (Olivia
Williams), la arqueóloga que halló los huesos y que le sigue los pasos a
Banderas para guiarlo en la investigación, es la portadora de la ciencia,
de la razón; su dilema moral pasa por no querer ser "la culpable de
hacerle un mal al mundo". Por último, el padre Matt se debate entre
su misión de defender a la Iglesia y conservar su fe y las
contradicciones que le despiertan los hechos concretos.
En El cuerpo, entonces, se suceden las pruebas y
contrapruebas respecto al esqueleto encontrado en la tumba; se producen
diversos atentados, robos y persecuciones (aunque se trata de escenas de
acción bastante inofensivas de las que Banderas siempre sale ileso); se
dialoga sobre las posibles consecuencias para la religión, que son
resumidas finalmente en un "no pasará nada"; y no faltan
algunas confesiones sobre el pasado y un sugestivo roce entre la pareja
central.
La resolución confusa respecto de la veracidad del hallazgo; el cambio
de rumbo del personaje de Banderas y la imagen de la
madre-arqueóloga-judía explicándole a su hijita por qué "hay un
hombre" en la cruz que Matt ha olvidado en su casa, completan la
moraleja que faltaba y terminan de convencer de que la premisa era buena,
pero era sólo eso, una premisa. "Dichosos los que creen en lo que no
han visto", afirma el versículo que se lee antes de los títulos
finales.
Yvonne Yolis
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