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DESAPARECIO UNA NOCHE
(Gone Baby Gone)

Estados Unidos, 2007



Dirigida por Ben Affleck, con Casey Affleck, Michelle Monaghan, Morgan Freeman, Ed Harris, John Ashton, Amy Ryan, Titus Welliver.



Nos ha ido sorprendiendo Ben Affleck últimamente. Primero con una actuación plena de matices en Hollywoodland, interpretando a un actor que, a pesar de su fama, nunca consigue lo que desea: ser tomado en serio, conseguir prestigio entre los suyos, salir del personaje infantil de Superman. Se podía alegar cierta identificación por parte de Affleck con el rol, pero la melancolía y oscuridad que brindaba en su desempeño estaban fuera de discusión. Ahora debuta en la dirección con un film que combina en partes iguales la ambición con la sutileza.

Desapareció una noche cuenta la historia de un investigador privado encarnado por Casey Affleck (hermano de Ben), quien junto a su pareja (Michelle Monaghan) son contratados por la familia de una niña que ha desaparecido misteriosamente. Deben trabajar en conjunto con otra pareja de detectives (a uno de ellos lo compone Ed Harris) y un capitán de la policía (Morgan Freeman) que lo que menos quieren es interferencia de afuera. A medida que se van adentrando en la investigación, el asunto se irá poniendo cada vez más espeso y las perspectivas serán cada vez menos esperanzadoras.

Al igual que Río místico, el film de Affleck está basado en una novela de Dennis Lehane. Encuentra vínculos con la película de Clint Eastwood, principalmente en el retrato de una sociedad basada en la justicia por mano propia, donde los pecados se lavan con nuevos crímenes y se busca limpiar la sangre con más sangre. Sin embargo, esta película es mucho menos discursiva, deja de lado la impostación en las actuaciones y entrega más dosificadamente las tensiones. Desapareció una noche también es una película violenta, implícita y explícitamente, y dos escenas son bien representativas de ello: una en un bar de mala muerte donde todo parece a punto de explotar, aunque al final no se produce el estallido; otra en una casa, donde se desata un sangriento tiroteo, en el que el protagonista parece descender a un infierno físico y personal, en el que el sonido es el protagonista y lo que sacude al espectador es lo que no se ve.

El cine estadounidense post 11 de septiembre ha encarado dos clases de aproximaciones a las causas y consecuencias del atentado terrorista. La primera, reflejada por films como Las torres gemelas y Vuelo 93, se basó en los hechos específicos. La segunda, con exponentes como Una historia violenta, Munich o La aldea, ha sido la que aportó aristas de mayor interés. Desapareció una noche pertenece a este último grupo. Explora con crudeza las concepciones de una cultura de la violencia, donde para arreglar lo que no funciona se tuercen leyes y mandatos que cimentaron durante siglos una sociedad. Plantea las dicotomías entre la elección ética, propia del individuo, y la moral del conjunto. Alude en forma clara, pero sin trazos gruesos, a cómo las clases dirigentes yanquis, en nombre de ciertos valores, sepultaron preceptos invaluables. Y muestra cómo esas decisiones afectan a las generaciones más jóvenes. "Un niño nunca te juzga. Siempre pone la otra mejilla. No hay nada más cristiano que un niño", dice un personaje. La religión es parte importante de la historia, pero como algo saboteado en sus propias bases; como instrumento del pecado.

Ya se sabía desde hace tiempo que Casey Affleck era un actor al cual había que prestarle atención. Aquí entrega una actuación magnífica, uniendo con propiedad la fragilidad y la rudeza, la incertidumbre con la convicción. Pero también Ben Affleck se ha ganado la consideración, con un debut detrás de cámaras que promete, y mucho.

Rodrigo Seijas      


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