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LA NUEVA GRAN ESTAFA
(Ocean's Twelve)

Estados Unidos, 2004


Dirigida por Steven Soderbergh, con George Clooney, Brad Pitt, Matt Damon, Catherine Zeta-Jones, Andy García, Julia Roberts, Don Cheadle
.



El juego como una chispa, una instancia movilizadora que contagia y pone en marcha al ser en su totalidad: así Walter Benjamin, en un ejercicio pleno de clarividencia, prefiguraba el mejor acercamiento posible a una película como La nueva gran estafa.

Es en el juego narrativo donde el nuevo film de Steven Soderbergh (secuela de La gran estafa, que también dirigió) encuentra su encanto y, quizá, su único mérito. En el juego como forma de establecer una puesta en escena y articular el relato. También como un modo de apartarse de reglas preconcebidas tradicionalmente por los géneros cinematográficos. Su naturaleza lúdica le otorga una libertad que de manera caleidoscópica va mutando, desplegándose y evidenciando –una de las cosas más maravillosas del cine– su inverosimilitud. Soderbergh no duda en utilizar elementos ya conocidos en su obra: el dislocamiento temporal a manera de flashbacks, los golpes de montaje, el uso rítmico de la banda de sonido, los cuadros congelados, los planos secuencia y los seguimientos con steadycam. Poco a poco la narrativa va decantando en un terreno que funde autorreferencias, géneros, realidad, ficción y muchos caprichos (no en un sentido peyorativo) para entregarse a un mero placer cholulo prestidigitado por lo más cool del star-system.

El grupo de Danny Ocean (George Clooney) funciona como una suerte de equipo campeón a destronar, una banda de ladrones súper profesionales que pueden ser el perfecto opuesto de aquel montón de vulgares y desafortunados rateros que protagonizaban Bienvenidos a Collinwood, film en el que Clooney fue actor y productor. La apropiación de dichos "laureles" es el objetivo de François Toulour (Vincent Cassel), mejor conocido –claro que en el viejo continente, que es donde la acción despunta– como “El Zorro Nocturno”. Aprendido el legado de Howard Hawks, Ocean y los suyos se prestan (o mejor dicho se deben prestar) a la competencia siguiendo a rajatabla su propio sistema de reglas. Sistema que, como en gran parte del cine del citado director, tiene como destino la consecución o recuperación de una relación amorosa.

En La gran estafa todo el atraco se montaba, amén de en la ganancia económica, sobre la relación Clooney/Julia Roberts; ahora la tensión afectiva recae en la dupla Brad Pitt/Catherine Zeta-Jones, algo más alicaída y mucho menos interesante. Más allá de los protagonistas, estamos hablando de un guión menos sólido y más confuso que su antecesor. Y esto va ligado a una propuesta que no está tan obligada a lo genérico como la primera entrega (constituida como una remake del film Once a la medianoche, protagonizado por Frank Sinatra, Dean Martin, Sammy Davis Jr. y otros miembros del legendario "Rat Pack" de los '60). Ahora el propósito es menos una continuación de aquella historia que un viaje entre viejos amigos por Europa... con una película como excusa.

Lo llamativo (y tal vez acertado) es que el film no niega esa naturaleza (los guiños constantes y cierta inclusión sorpresiva de personajes tienden a ratificarlo). A diferencia de directores como Robert Altman (cabe recordar Las reglas del juego o Prêt-A-Porter), Soderbergh juega –otra vez– con el status de celebridad y con las frivolidades que le son propias. Lejos de la burla irónica y de la entronización absurda, el relato se parece a un recreo multimillonario e itinerante del que muchos quisiéramos participar. Amigos, está confirmado: el crimen paga.

Bruno Gargiulo      


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