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REY ARTURO
(King Arthur)

Estados Unidos, 2004


Dirigida por Antoine Fuqua, con Clive Owen, Keira Knightley, Stellan Skarsgard, Ioan Gruffudd, Stephen Dillane, Ray Winstone, Joel Edgerton.



Luego del éxito de la estupenda La maldición del Perla Negra, Jerry Bruckheimer, su productor, parecía haber encontrado al fin la fórmula que combina la fluidez narrativa con el entretenimiento más inocente y espectacular. El problema es que Jerry creyó que podía hacerse el serio, cosa para la que está incapacitado casi mentalmente.

Si La maldición del Perla Negra era buena era porque siempre esquivaba la formalidad y apostaba por la anarquía frente a lo ceremonioso, Rey Arturo, la nueva producción de Bruckheimer, es muy, muy grave. A tal punto lo es que se promociona como un film que desmitifica absolutamente la historia del héroe del título, que prescinde de Camelot, de la magia, de las profecías, de la búsqueda del Grial y que apenas si insinúa la conformación de los Caballeros de la Mesa Redonda y el triángulo amoroso entre Arturo, Ginebra y Lancelot. Peor publicidad para un film con esta temática era difícil de inventar.

¿Qué queda entonces? Un relato que transcurre durante la caída del Imperio Romano y la invasión sajona a las islas británicas, pobladas en buena parte por los Pictos, una especie de tribu aborigen comandada por un tal Merlín, que decide recurrir a Arturo y sus guerreros, el último vestigio de un imperio en decadencia.

El guión de David Franzoni (Gladiador) se proclama como la verdadera historia detrás de la leyenda, ya que toda Historia es una leyenda, un mito que oculta ciertos acontecimientos para iluminar otros. Pero esto último le cabe al film de Antoine Fuqua (Día de entrenamiento), que en realidad cuenta los "hechos reales" a su manera, escondiendo de la mirada del espectador los hechos más apasionantes con el objeto de mostrar rutinarias y aburridas batallas (exceptuando a una que se desarrolla sobre un frágil campo helado).

A eso hay que agregarle un conjunto de actores cuyo problema no es que sean –en general– poco conocidos, sino que no cuentan con el carisma necesario para interpretar personajes de la talla de Arturo, Lancelot, Ginebra, Merlín o Galahad. Incluso Stellan Skarsgard, un excelente actor, interpreta al villano mayor de la película, el líder de los sajones, con un estilo cansino que lo hace parecer recién levantado luego de una noche de alcohol y drogas.

El fracaso de Rey Arturo confirma que un presupuesto de más de 100 millones de dólares y una promoción muy activa no garantizan nada (ni siquiera el suceso comercial). Tendría que haber habido una historia seria y coherente en su estilo. Y una apuesta por el mito, la magia, los conflictos amorosos y las búsquedas imposibles que asociamos desde siempre con el rey Arturo y sus nobles caballeros.

Rodrigo Seijas      


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