| Este no es un film tan inusual como parece,
      aunque rarezas tiene. Fue coproducido nada menos que por seis países, y
      está ambientado en los confines de lo que alguna vez fue la Unión
      Soviética. Al mismo tiempo, ostenta una exquisitez visual en la que cada
      encuadre se parece a una foto premiada, un montaje muy prolijo -no menos vistoso- y un diseño de sonido que no
      tiene nada que envidiarles a las superproducciones yanquis.
 Lo menos raro
      es la historia. Una briosa muchacha de 17 años, Mamlakat, queda
      deslumbrada, e  ipso facto embarazada, por un extranjero que dice ser amigo
      de Tom Cruise. Poco después el joven huye, y el padre y el hermano de la
      ninfa se empeñan en alcanzarlo para desenmascararlo. La historia está
      contada "desde el vientre de su madre" por la criatura que
      madura en Mamlakat. Rebosante de rasgos fantásticos que se superponen
      como en un collage, rápida (lo que no equivale a intensa), algo caótica,
      así es Brillo de luna. Los fanáticos de Emir Kusturica, con cuya
      imaginería desbocada este film mantiene múltiples puntos de contacto,
      seguramente le darán la bienvenida. Los demás tal vez hagan mejor en
      abstenerse. Guillermo Ravaschino
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