Aunque en algún diario de gran circulación se
la rotuló como "comedia", vale señalar de entrada que esta realización de
Sergio Bellotti se arrima con estimables aciertos de guión al policial negro, más bien
sucio, en el que ningún personaje se salva de la mediocridad más patética y mezquina.
Sumergidos todos en el mismo barro cotidiano, se debaten a duras penas en la traición, la
cobardía, la falta de horizontes: las mujeres en la peluquería divagan sobre el tamaño
del pito de los negros; la mayor aspiración de las chicas jóvenes es participar en un
concurso de belleza local para aspirar a ser Miss Argentina; Carlos el bancario
protagonista y sus amiguetes no van más allá del cotilleo y la rutina de chistes
pazguatos. Una vida de mierda, la verdad sea dicha, que el libro de Daniel Guebel retrata
con una dureza que excluye cualquier concesión, y cuyos hallazgos lucen particularmente
en algunos diálogos y en el penoso desarrollo de la fiesta de cumpleaños.
Menos lograda resulta la descripción del ambiente
en el banco, y decididamente hay comentarios verbales que sobran como el que lleva a
Carlos a quejarse a su falluto amigo, mientras ambos hacen pis, de la insoportable pesadez
de su destino de oficinista provinciano. Es de lamentar que Bellotti, salvo en algunos
momentos aislados, no encuentre la formulación cinematográfica que se merecía el
trabajo de Guebel (libremente inspirado, no está de más recordar, en el sonado caso del
bancario Fendrich, que en 1994 robó tres millones del Banco Nación, sucursal Santa Fe).
El elenco con el notable Gabriel Goity a la cabeza, bien secundado por Antonio Ugo,
Luis Ziembrowsky y Victoria Onetto contribuye a levantar la calidad de un film
atípico, incómodo, de inquietante sordidez. La calidad de la proyección de la Sala 1
del Complejo Tita Merello fue tan deplorable que impidió apreciar el trabajo de un
director de fotografía con tan reconocidos méritos como Esteban Sapir.
Moira Soto |