| La segunda película de John McNaughton duerme el
    sueño de los justos en las estanterías de unos pocos videoclubs, pero vale la pena
    rastrearla.
 The Borrower parte de una
    premisa inquietante: un criminal del espacio exterior y presuntamente del futuro es condenado a tomar forma humana y
    enviado a la Tierra para deambular con "un sufrimiento insoportable". Esto
    implica que su cabeza, cada tantas horas, literalmente estallará. Los horripilantes
    trazos que jalonan la película no provienen tanto de estas explosiones como de los
    asesinatos que, con la mayor indiferencia, acomete el visitante para sobrevivir. En
    efecto, el Borrower que puede traducirse como "el que toma en
    préstamo" se la pasará arrancando cabezas para calzárselas entre los
    hombros. El film satisface plenamente las
    aspiraciones de cualquier fanático de la clase B: poco y bien gastado presupuesto,
    razonables efectos, estupendas performances de actores mayormente desconocidos. Trasplantes
    de por medio, estos se turnarán para animar al monstruo, en un verdadero festival
    interpretativo en el que cada rostro dejará de ser el que era para asumir los fríos
    modos del estraterrestre. Y las cirugías sin anestesia son realmente espeluznantes. Pero The
    Borrower no se limita a ofrecer terror. La estupefacción del monstruo ante cada
    alternativa terrenal barniza por momentos a la historia con un toque surrealista. O de un
    humor negro y sutil, como cuando se empeña en inútiles ejercicios de mímica para
    asimilar los gestos de los cirujas en los basurales de Chicago.  Por si fuera poco también hay una veta policial muy
    bien llevada, que involucra a un par de detectives y a un serial killer humano cuyo
    destino empalmará trágicamente con el del alienígena. Guillermo Ravaschino
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