| A continuación, reproducimos la reseña de Whisky Romeo 
    Zulu que elaboró Silvina Rival en ocasión de nuestra cobertura de Bafici 
    2004 (adonde el film de Enrique Piñeyro obtuvo el Premio del Público).
 
    Con fuerte impronta de trama ficcional, la ópera prima de Enrique Piñeyro,
    Whisky Romeo Zulu, retrata los avatares previos al accidente 
    aeronáutico de la empresa LAPA ocurrido en agosto de 1999. El realizador, 
    que además protagoniza el film, fue también protagonista del suceso real. 
    Enrique Piñeyro es ex comandante de la empresa LAPA y fue el testigo clave 
    de la fiscalía dado que fue el único –los lectores recordarán la carta 
    publicada en el New York Times– 
    que denunció la negligencia de la empresa con anterioridad al accidente. Si bien es harto 
    común que un director se dirija a sí mismo en una película, no lo es (aunque 
    existen algunos casos en la historia del cine) que un realizador se filme a 
    sí mismo en un suceso real del que formó parte. Más común sería que un 
    director se filmase a sí mismo en un suceso cualquiera seleccionado al azar, 
    pero no reconstruido. Y mucho más difícil es encontrar esta misma modalidad 
    enmarcada no sólo en un caso real sino además judicial y de dominio público. Aunque se trata 
    de un film de ficción, es un relato que coquetea permanentemente con la idea 
    de "lo real" y de alguna manera burla todos los verosímiles codificados 
    hasta el momento. Esto es así puesto que nos obliga como espectadores a 
    "creer" ciegamente, no al film (lo cual sucede siempre que nos sentamos en 
    la butaca), sino a lo real contado porque Piñeyro estuvo ahí y porque esas 
    palabras fueron dichas a él, y porque esas imágenes, ahora reconstruidas 
    para la cámara, han sido producidas por la vida misma. ¿Y cómo no creer a 
    Piñeyro luego de lo acontecido? No sólo en nombre de los 67 muertos en la 
    tragedia sino de las conclusiones obtenidas durante el proceso judicial. En 
    definitiva, es el único personaje bueno 
    –real y ficticio– 
    de esta historia. A pesar de ello, 
    este es un film tramposo y por demás peligroso, cinematográficamente 
    hablando, porque aunque sea una obviedad, el cine no es la realidad y 
    pretender sustituir estos términos trae aparejadas ciertas consecuencias. 
    Cabe reflexionar por qué Piñeyro optó por la ficción y no el documental –él 
    más que nadie tiene una infinidad de fuentes y registros del acontecimiento–. 
    Por qué hacer de Whisky Romeo Zulu una representación y no una 
    construcción narrativa de corte documental con su impronta enunciativa. Sin 
    duda, hubiera sido un film más interesante, con más voces aunque, tal vez, 
    más alejado de la audiencia. Silvina Rival       |