El síndrome recurrente
de paranoia instalado en la sociedad de Estados Unidos no cesa de dar motivo
a todo un género de películas de acción clase B que, a su vez, pueden ser
consideradas también como generadoras o incentivos de este mal público y
privado. 16 Calles pertenece a ese rubro, y cumple con casi todas las
pautas del mismo, hasta la de incluir a Bruce Willis, especialista en films
de paranoia al punto que todos nos hemos preguntado dónde estaba aquel 11 de
septiembre.
La primera escena retrata al personaje: un irreconocible Willis como Jack
Mosley, un policía vencido y descreído de todo, cuyo alcoholismo e ineptitud
son tolerados por sus compañeros que le adjudican tareas de cuarto orden.
Por eso, Jack sorprende a todos cuando al asignársele el traslado de un
preso hasta el tribunal, lo defiende con uñas y dientes de manera harto
heroica, y entonces sí reconocemos al viejo Bruce.
La paranoia está más estimulada aun en películas que, como ésta, van contra
reloj. Desde antes de recibir la misión, vemos la hora, y durante todo el
tiempo sabemos que la pareja debe llegar a destino en 120 minutos, lapso en
el cual transcurre la acción, casi toda filmada en tiempo real, marcado por
sucesivos relojes (recurso al cual estamos acostumbrados los fans de la
serie “24”.) Tiempo acotado, y también espacio acotado, el film podría
haberse titulado 16 Calles en 2 horas. Esas son las cuadras que deben
atravesar el preso y su guardián para llegar ante una jueza con una
declaración que condenaría a casi toda la dotación de la comisaría de
Greenwich Villlage en Nueva York, cuyos integrantes, incluido su capitán,
los persiguen con todos los medios a su alcance. No falta nada: tiroteos en
plena calle, persecuciones dentro y fuera de edificios, un autobús en el que
escapa la pareja protagónica, toma de rehenes, todas logradas escenas de
acción en una sucesión que no da respiro. La agitación se acentúa por las
marcas corporales del policía, gordo, fuera de forma y con una cojera que no
lo deja en paz, siempre sin aliento.
Tampoco falta la oportunidad para la redención, otro clisé del género. En
esas dos horas habrá tiempo para que se desarrolle la amistad entre el
policía y su protegido, una de esas amistades memorables: el actor y músico
de hip-hop Mos Def (La estafa maestra, El hombre del bosque)
compone un excelente personaje cuya verborragia contrasta el carácter
taciturno del policía. Y Willis da lo mejor de sí, con toda su corporalidad
en juego, a su personaje.
Josefina Sartora
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