| |
CINEISMORECOMIENDA
ABALLAY,
EL HOMBRE SIN MIEDO
Argentina, 2010 |
|
Dirigida por Fernando Spiner, con Pablo Cedrón, Nazareno Casero, Moro
Anghileri, Claudio Rissi, Luis Ziembrowski, Gabriel Goity, Horacio Fontova.
|
Basado en un cuento de Antonio Di Benedetto, este film de Fernando Spiner
consigue mixturar el western con la gauchesca sin que la fusión haga ruido,
sino más bien armónica y originalmente.
Aballay es
un cruel forajido que un día, tras un cruce de miradas con el hijo de una de
sus víctimas y luego de haber sido traicionado por los suyos, encuentra en
el estilitismo la
posibilidad de redención (los místicos estilitas eran
penitentes que subiéndose a una columna y permaneciendo allí el resto de sus
vidas purgaban sus pecados).
Y entonces decide no apearse más de su caballo.
Desde ese instante un mito se crea y nace para el pueblo la figura del
Santo. Pero su último acto de salvajismo retornará en la figura de un joven
–ese niño que
había visto morir a su padre en el asalto a la caravana inicial– que
regresa en busca de venganza.
La banda de
criminales sigue abusando del poder ahora en cargos públicos y de autoridad
y el Muerto, el nuevo jefe, dueño y señor de vidas y propiedades, ante la
llegada del joven verá a un posible enemigo al que hay que controlar
(aun sin conocer su origen ni su misión). La batalla está planteada y muchas
cuestiones no cerradas deberán resolverse tarde o temprano.
Spiner
sabe apropiarse del género, y la narración y los personajes así lo
demuestran. Villanos malísimos y buenos inocentes luchan sin poder dejar que
afloren de sí perversidades y flaquezas propiamente humanas, trabajando el
estereotipo un poco más allá. Algunas escenas (la de la yerra, el
escape, la captura posterior) demuestran la precisión de la puesta en
escena y del equipo actoral donde brillan Claudio Rissi, Moro Anghileri,
Luis Ziembrowski y Pablo Cedrón. La fotografía en el norte argentino se
destaca especialmente transmitiendo con belleza su geografía montañosa, sus
desiertos áridos, sus parajes polvorientos, que se vuelven también
protagonistas. Quizás algún alargamiento en el nudo de la película y algún
desaprovechamiento de las pugnas finales en los (demasiados) duelos
personales a dirimir resienten el resultado final pero en términos generales
Aballay, el hombre sin miedo sale airosa. Y sutilmente otra vez la
aparición de la violencia anuda sin querer el tiempo de la escritura del
cuento (los '70) con los orígenes nacionales. Una violencia que subsiste,
inevitablemente y sin posibilidad de redención, a los finales felices.
Javier Luzi
|
Enviá tu crítica al Foro
|
|