En tiempos como los que corren, en que lo usual es acceder a un cine
artificioso, acartonado y ajeno, Ahora o nunca resulta una
propuesta vivificante. En primera instancia porque no es difícil sentirse
identificado con alguno de los personajes de la película del italiano
Gabriele Muccino. Pero también porque, si esto no sucede, al menos el
espectador reconocerá tipos humanos, situaciones, frases y pensamientos
que le son familiares. Esa proximidad con los personajes y con lo que se
nos cuenta acompaña a cada tramo de la narración.
Cabe situar a Ahora o nunca en el contexto de las formas que ha
elegido casi siempre el cine para abordar la problemática adolescente. A
grandes rasgos se podrían reconocer dos grandes grupos, ambos
provenientes del cine norteamericano. Por un lado las comedias de colegios
secundarios, con fórmulas desgastadas y personajes que aspiran a
conseguir pareja, debutar sexualmente o ser aceptados en determinados
círculos. Por el otro las versiones algo más "oscuras",
animadas por jóvenes atormentados por la incomprensión del mundo adulto
-muchas veces vacío- que los rodea. Y que ante semejante situación se
inclinan por buscar refugio en las drogas o el alcohol. En
este marco, Ahora o nunca se destaca como una propuesta fresca,
espontánea, sincera. Como una expresión de las ideas de un realizador.
Lo más interesante no radica en el
poco menos que imposible descubrimiento de facetas inexploradas del mundo
adolescente, ni en el gambeteo de las drogas o las búsquedas afectivas y
sexuales: los personajes de Muccino también están metidos en sus propias
búsquedas, anhelan enamorarse y tener sexo, fuman marihuana y son más o
menos ingenuos. En la superficie, se parecen a los adolescentes de las
comedias y los dramas mencionados. Sin
embargo, si se escarba un poco (o si se mira con atención), la diferencia
saltará a la vista. La naturalidad de los personajes y las situaciones,
la profundidad para tratar algunos temas, la complejidad para referir las
relaciones humanas y, sobre todo, la mirada del director y el compromiso
con que los personajes persiguen algo en qué creer, todo esto
transforma a Ahora o nunca en una película distinta.
Silvio es el protagonista. El que, en los primeros minutos, asiste con
su grupo de amigos a una asamblea en su escuela, en la que se decide tomar
la institución para protestar por la privatización de la educación y
para contribuir a una toma de conciencia colectiva entre el resto
de los compañeros de aula.
El móvil de la medida de fuerza, que luego concretan, se plantea con
la misma ambigüedad que reina cuando intentan definir su ideología
"de izquierda", dar sustento teórico a su amor por el comunismo
y por Ernesto Che Guevara -cuya imagen flamea en sus banderas-,
decidir quiénes son los "verdaderos enemigos", etc. Y no
obstante, actúan. Silvio y los suyos no quieren quedar al margen de esa
acción y, a pesar de las recomendaciones y amenazas paternas, participan
de la toma. En tal contexto se produce una situación confusa que
involucra a Silvio y a la novia de uno de sus amigos: las versiones sobre
el beso que le roba a Valentina en una dependencia de la escuela se irán
deformando hasta provocar peleas y ofensas entre todos los adolescentes
implicados.
Esta situación forma parte de uno de los costados de la historia: la búsqueda
personal de Silvio, que también incluye los conflictos que mantiene
con sus padres. El otro costado es el reflejo de la militancia
adolescente, el ansia por encontrar un objetivo por el cual luchar, la
resistencia a aceptar que las causas sociales y las grandes ideas
políticas están muertas.
Las dos aristas de la historia sintetizan la mirada de Muccino, su
opinión. Entre los valores universales y comprometidos de la militancia y
los valores personales (como el amor y la amistad), por momentos parece
inclinarse hacia los segundos. Pero es sutil. Durante la toma, por ejemplo,
se organiza una proyección de cine político que genera la concurrencia
inmediata de los adolescentes al aula designada. Allí, el director nos
muestra que pocos prestan atención a las imágenes sobre la pared. Su
cámara recorre uno por uno a los demás, que indiferentes ante las gestas
políticas se dedican a prodigarse mimos.
Si bien el guión tiene algunos momentos flojos (los diálogos de los
chicos y las chicas en paralelo, al comienzo), en general resulta
inteligente y prodiga momentos divertidos e irónicos que aluden a la
militancia política en Italia desde los '60 en adelante.
Bien filmada y narrada, Ahora o nunca suma un elemento decisivo
a la hora de alcanzar la naturalidad. Está interpretada por actores no
profesionales, menores de 16 años, que en la vida real tomaron sus
escuelas por diferentes motivos. En definitiva, habrá que tener en cuenta
este dato antes de plegarse al coro que sentencia que los jóvenes del
2000 le esquivan el bulto a la militancia política.
Eugenia Guevara
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