Vaya uno
a saber por qué razón las películas sobre creadores de historietas son más
interesantes que las adaptaciones fílmicas de los personajes que aparecen en
ellas. A todo lo bueno que se dijo sobre el documental Crumb (Terry
Zwigoff, 1994) acerca del ilustrador Robert Crumb habría que sumar el buen
recuerdo de The Whole Wide World (Dan Ireland, 1996), en la que se
narra parte de la corta existencia de Robert E. Howard, inventor de “Conan
el Bárbaro” y “Kull”. A esta dinastía se suma ahora American Splendor.
Lo novedoso, en este caso, es que el
film dirigido por Shari Springer Berman y Robert Pulcini tensa la cuerda de
ambos territorios narrativos –documental y ficción– y los lleva más allá,
hacia un terreno singular. Es que en American Splendor conviven dos
películas, una documental sobre Harvey Pekar, el creador de la historieta de
mismo nombre que el film, y otra ficcional, que es la adaptación de
la historieta. Pero la tensión entre estos mundos proviene de que el
personaje central del comic… es el propio creador.
Lo que tenemos, pues, es un doble
acercamiento al personaje: desde la realidad de ver al propio Pekar
frente a cámara explicándose y, a la vez, siendo la voz en off que narra
algunas partes de la ficción, en la que el estupendo Paul Giamatti (“este
tipo no se parece a mí”, dice Pekar) lo interpreta. Que este trabajo en
diferentes niveles no termine redundando en una mezcla tediosa e
inentendible es una de las proezas de los directores y guionistas. Y esto es
así porque eligieron contar desde un género reconocible como la
biografía.
Por cierto que si American
Splendor se quedara en esto sería interesante para los cinéfilos
preocupados por “lo narrativo”, pero no sobrepasaría el mero trabajo
teórico. Lo realmente bueno de la película es que a la vez nos revela a un
personaje desconocido, uno de esos pequeños milagros que la cultura
americana suele delinear, de tanto en tanto, con pinceladas sutiles. Porque
Harvey Pekar es un pesimista total, un obsesivo compulsivo y un ser infeliz
que no halla a la mujer que lo acompañe: parece salido de una de Woody
Allen.
Otro punto alto de la obra de
Berman-Pulcini es que estos tópicos daban para un film “indie” repleto de
frases cancheras y candidato a la película cool del año. Sin embargo,
al apegarse a los guiones de los comics del propio Pekar, American
Splendor no deja que nadie explique al personaje y todo queda influido
por la negrura y la desazón que éste destila sobre la sociedad. Sin que por
ello se lo convierta en una especia de mártir o de salvador moral, sino en
un observador estupendo de lo cotidiano.
Harvey Pekar trabajaba –aún lo hacía
mientras se rodaba este film– en el archivo de un hospital. Era un ser
frustrado, hasta que un día conoció a Robert Crumb y “por influencia
creativa” descubrió que podía reflejar el mundo que lo rodeaba y fastidiaba.
Es así como, ayudado por los dibujos de Crumb, publicó sus primeras
historietas, a las que no sin ironía llamó “American Splendor”. El hecho es
que sigue siendo un ser frustrado y pesimista. Y al verlo uno adivina que se
trata de un viejo cascarrabias, pero simpático.
Como el escritor que interpretó Woody
Allen en Los secretos de Harry, Pekar incluye en sus comics a todas
las personas que lo rodean: esposa, jefe, amigos. Así es como estos toman
nuevas vidas como personajes y nunca llegaremos a saber si son así en
realidad o todo es parte del encasillamiento al que los somete Pekar. Para
darse una idea de la imbricación entre realidad y ficción, tengan en cuenta
que Pekar y su mujer hicieron un número especial de la historieta… en el que
hablan del rodaje del film.
A esta suerte de confusión
positiva también aportan las actuaciones. Ya dijimos que Giamatti está
genial (como de costumbre), rascándose la cabeza y siendo la mejor
representación del fracaso con sus ojos desorbitados y su pelo desgreñado.
Mientras que como la mujer de Pekar aparece Hope Davis (la hija de Jack
Nicholson en Las confesiones del Sr. Schmidt), que aunque algo
afectada por ciertos tics aporta extrañeza al no poder dilucidar si
interpreta a su personaje desde el reflejo realista o desde la caricatura de
la historieta.
Hay miles de ángulos para aproximarse
a American Splendor y su personaje, así como montones de puntas desde
las cuales desarrollar un análisis. El film resulta una de las más extrañas
simbiosis entre realidad y ficción. Una película que elige contar desde la
biografía, pero apoyándose en la historieta. Que mezcla documental, ficción
y animación –el Pekar dibujado cuestiona al Pekar ficcionalizado– con gran
maestría. Pero que, por encima de todo, es la sutil puesta en primer
plano de un ser pesimista y de cómo éste puede encontrar su lugar dentro
de una sociedad que patea lo feo bajo la alfombra, y fracasa evitando el
fracaso. “Si el fin es perder la guerra, el objetivo será ganar algunas
batallas”, dice Pekar. Y sabe lo que dice porque él mismo representa un
pequeño triunfo.
Mauricio Faliero
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