Este film ofrece en
un principio tres historias sensibles y melancólicas: un hombre mayor que no
puede asumir la muerte de su esposa, un empleado obeso que está enamorado de
una ejecutiva de la empresa donde trabaja, y dos adolescentes lesbianas que
viven un amor rodeado de "brillos pop".
Hasta allí todo muy
bien. Con un manejo de los silencios y los tiempos encomiable, Khoo regala
una postal del urbanismo más moderno, amparado en la soledad y la tristeza
de sus personajes. La belleza de los planos y la sapiencia para dosificar la
información van transformando a Quédate conmigo en un film
apasionante...
Hasta que nos
venimos a enterar de que estas historias pertenecen a Theresa Chan, una
escritora sorda y ciega, admirada por el director... quien le dedica una
extensa entrevista en medio de las ficciones. La vida de Chan es súper
atractiva, pero la redundancia discursiva, más un catolicismo algo fanático,
nos distancian de esta mujer. De semejante bache narrativo el film ya no se
recupera, y cuando Khoo intenta retomar las historias que había dejado a la
deriva, no puede sino resolverlas de un plumazo, con decisiones
–que se convierten en
momentos–
para nada sutiles. La cursilería habitual en el cine asiático hace ruido, y
la mezcla final entre ficción y realidad, con la escritora consolando a uno
de sus personajes, termina por distanciarnos del todo.
Queda el sabor
amargo de la promesa de una gran película; de una gran oportunidad...
totalmente desaprovechada.
Javier Luzi
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