Resulta muy oportuno el estreno de esta película del subgénero 
    melodrama familiar, elaborada con una mirada femenina que recuerda a 
    Feriados en familia y Un aire de familia. La guionista Daniele 
    Thompson (responsable del guión de La reina Margot, entre otros) 
    aborda en su primera película como directora los conflictos y crisis 
    familiares que se desatan con la llegada de la Navidad, a lo largo de varias 
    historias cruzadas. Cabe aclarar que ésta no encuadra en el tipo de 
    "película de Navidad" made in Hollywood, sino que tiene todo el 
    carácter del cine francés: el diálogo intenso, el gusto agridulce, y el 
    buceo en los secretos y mentiras familiares, que se remueven en una época 
    que sensibiliza a todos, y en la que una "depresión hostil" afecta a varios 
    personajes. Encontramos en escena a varios de los mejores actores del cine 
    francés actual.En la familia en cuestión, tres hermanas se reparten la tarea de 
    acompañar a sus padres (Françoise Fabian y Claude Rich), separados desde 
    hace 25 años. Nadie es lo que parece a primera vista, y cada personaje 
    arrastra su drama: Sonia (Emanuelle Beart) parece cumplir los mandatos de 
    señora burguesa, cuya máxima preocupación es la preparación de la fiesta de 
    Navidad, los invitados, los detalles de la cena y la torta, que deben 
    combinar estéticamente con la decoración. Pero su matrimonio está 
    sucumbiendo, con un marido que le aporta bienestar económico y malestar 
    afectivo, y hasta sus hijos saben que tiene otra mujer. Louba (Sabine Azema) 
    vive con su padre, canta y baila en un restorán ruso y enseña ese idioma. 
    Hace 12 años que su amante casado (Jean Pierre Darrousin) le promete un 
    futuro plagado de engaños. La menor, Milla (Charlotte Gainsbourg), es una 
    joven enojada con el mundo, irascible, solitaria y dedicada a su trabajo. 
    Los padres también han tenido su doble vida, y aún no se han perdonado 
    mutuamente.
    La llegada de la Navidad, la muerte del segundo marido de la madre y la 
    presencia de un invitado del padre (Christopher Thompson, coguionista con su 
    madre) cambia sus vidas en cuatro días. Entonces, estallarán todos los 
    secretos y mentiras tan bien guardados durante años, y cada uno habrá de 
    enfrentar la verdad. Como en tantas familias.
    Las historias se presentan de manera alternada o cruzada, con la 
    presencia permanente de los tabúes familiares. Preferencias paternas, hijos 
    no queridos, adulterio, soledad, son algunos de los problemas de difícil 
    solución. Existe un fuerte aspecto teatral: cada personaje lleva a cabo su 
    monólogo –algunos mirando a cámara–, viven un momento de soliloquio que 
    dedican a sus recuerdos, al momento clave que los ha fijado en una 
    identidad, a las marcas familiares. Si por momentos el ritmo decae, y el 
    final es algo confuso, el óptimo elenco femenino alcanza para sostener el 
    film. Sobresale Charlotte Gainsbourg, hija de Serge y Jane Birkin, quien 
    mereció un premio César por su actuación en este film.
    
    La Buche del título original se refiere a una torta en forma de leño, 
    que las hermanas mayores preparan para la fiesta de Navidad, mientras echan 
    luz sobre secretos familiares largamente callados. Aquí la distribución 
    eligió el poco feliz título de Besos para todos, que no guarda 
    relación con el argumento y espantará a más de un espectador desprevenido.
    Como una nota irónica, Thompson contrasta estas historias de dolor –que 
    afortunadamente no presentan ningún golpe bajo y ofrecen su buena cuota 
    humorística– con tradicionales canciones 
    de Navidad y la iconografía de la época, alegres y rutilantes, a sabiendas 
    que la Navidad no siempre es feliz.
    Josefina Sartora