Hay géneros o formatos que están claramente subestimados. Si una película es
de animación, pasa a ser automáticamente considerada "para el público
infantil", dejando fuera de target a los mayores. Pero hay sobrados
ejemplos, como la animación oritental, que contradicen esta creencia
arbitraria. Occidente también presenta casos numerosos. Buscando a Nemo,
la nueva creación de los estudios Pixar (responsables de Toy Story,
Bichos y Monsters Inc.), es uno de ellos.
Buscando
a Nemo comienza con
una escena particularmente fuerte pero al mismo tiempo muy bien manejada.
Allí, se nos muestran los trágicos sucesos que dejan al pez payaso Marlin
sin su esposa e hijos a punto de nacer... excepto uno solo, al que llama
Nemo. Marlin se promete a sí mismo que no le va a pasar nada malo a su único
hijo. Y cumple esa promesa a rajatabla, al punto de sobreproteger a Nemo,
quien, harto, decide rebelarse en el primer día de clases, adentrándose en
el océano, con tanta mala suerte que es capturado por un dentista
australiano amante del buceo que lo lleva a la pecera de su consultorio en
Sydney. Hacia allí irá Marlin, atravesando el océano de punta a punta con la
sola compañía de Dory, una pez con problemas de memoria. En el apasionante
viaje se encontrarán con un insólito trío de tiburones reunidos en una
asociación a la Alcohólicos Anónimos, sólo que con el objetivo de no
comerse a los peces, a los que consideran sus amigos antes que su alimento.
También se toparán con un cardumen conformado por peces de muy singular
personalidad. Y con una tortuga llamada Crush –cuya voz original pertenece a
uno de los directores de la película, Andrew Stanton– que tiene como 200
años y es capaz de seguir gritando ¡Viva el rock and roll!
Pero Buscando a Nemo no
se reduce a una sucesión de buenos gags y de algunos personajes atractivos.
Cada criatura animada tiene luz propia aquí, y su carácter está
perfectamente definido. Uno más atrapante que el otro, las espléndidas voces
con que cuentan (a cargo de Albert Brooks, Willem Dafoe, Ellen DeGeneres y
Geofrey Rush, entre otros) no hacen más que dificultar la elección de un
favorito. Sin embargo, el principal mérito de este film es su capacidad para
abordar temas complejos de modo llamativamente sencillo. La historia versa
sobre la soledad y la necesidad de compañía (Dory diciéndole a Marlin:
“contigo recupero la memoria”); el ansia de libertad (los intentos de Nemo y
sus compañeros de pecera por escapar hacia el océano ofrecen dosis de
suspenso comparables a las de Fuga de Alcatraz); el miedo de los
padres ante los peligros que el futuro depara a sus hijos. La clave de
tantos aciertos habría que buscarla en la convicción de los realizadores de
que ser niño no equivale a ser estúpido o ingenuo sino mucho más sensible, y
de que concebir una película de animación no equivale a dejar afuera a los
adultos. Cualquiera puede disfrutar de esta obra, desde un niño de dos años
hasta un anciano de cien.
Como si
todo esto fuera poco, antes de la película se proyectan dos pequeñas joyas:
un corto llamado Knick Knack, que rescata lo mejor del humor de Chuck
Jones (creador de Bugs Bunny y el Pato Lucas, entre otros cartoons) y
un trailer de Los Increíbles, la próxima película de los estudios
Pixar, y que constituye un ejemplo asombroso de cómo despertar expectativas
en torno de una película nada menos que doce meses antes de su nacimiento
(el estreno, en efecto, está pautado para el 2004). Queda así armado un
inmejorable "combo": una obra maestra de la animación por computadora,
verdaderamente Apta para Todo Público.
Rodrigo Seijas
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