Es posible que los encuadres
rabiosamente geométricos, los puntos de fuga bien definidos y los personajes
posicionados casi siempre en un segundo plano de interés nos hagan creer que
la poética de Café Lumière es muy parecida a la de Yasujiro Ozu. Esto
no es del todo cierto. Aunque los encuadres sean parecidos y exista un
interés por retratar relaciones familiares, no hay muchas similitudes más.
Hou Hsiao-hsien mueve muchísimo más la cámara, no salta el eje, encuadra
constantemente a sus personajes de espaldas, se maneja mucho más con
silencios que con palabras. Además, sus familias son bien diferentes de las
de Ozu: en Historia de Tokio, los personajes hablaban hasta por los
codos, en Café Lumière no existe la posibilidad de diálogo, el
bache generacional es absolutamente infranqueable. Como ejemplo, basta y
sobra con la actitud del padre de la protagonista embarazada, que habla una
sola vez en la película... ¡para ofrecerle una papa a su hija! Cualquier
espectador sabe o cree saber qué piensa Ozu de sus personajes; en cambio,
¿quién se anima a decirme qué piensa Hou Hsiao-hsien? Homenajear al director
japonés habrá sido el punto de partida, pero lo cierto es que la película
termina disparándose para otro lado.
Creo, en cambio, que hay más
puntos de contacto con el cine de Tsai Ming-liang, un director que sostiene
encuadres tan imposibles como las escenas de Hou Hsiao-hsien (interminables
caminatas, cenas, viajes en tren). Sabemos realmente poco de los personajes,
desconocemos sus motivaciones, se hace difícil entender sus relaciones o la
manera en que se mueven por la vida. Hou Hsiao-hsien nos acerca a ellos a la
luz de sus muy diversas obsesiones: la protagonista rastreando sus sueños en
libros de niños y remotas mitologías, su amigo librero grabando el sonido de
los trenes llegando y partiendo, en busca quién sabe de qué verdad esencial.
¿Y la
referencia a Lumière en el título? Quizá después de más de cien años de
cine, Hou esté preguntándose (y preguntándole a los golpes al espectador)
qué es o debe ser una película, qué es una escena, qué es un personaje.
Café Lumière es su respuesta. Una respuesta confusa y atractiva.
Ezequiel Schmoller
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