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EL CARTERO ENAMORADO
(Budbringeren)

Noruega, 1997


Dirigida por Pal Sletaune, con Robert  Skjaerstad, Andrine Saether, Per Egil Aske, Trond Hovik, Henriette Steenstrup, Eli Anne Linnestad.



El cartero se llama Roy (Robert Skjaerstad) y, a decir verdad, nunca luce demasiado enamorado. Se destaca en cambio por su ineptitud: rara vez hace llegar las cartas a sus destinatarios. A buena parte de la correspondencia la tira directamente a la basura, y los sobres que llegan, antes de llegar, suelen ser abiertos por este treintañero curioso, bastante desganado, algo lumpen.

Primer largometraje de Pal Sletaune, y algo así como la "promesa de Noruega" desde que hizo mucho ruido en el festival de Toronto, El cartero enamorado no parece preocuparse mucho por los móviles de su protagonista. La curiosidad de Roy, en todo caso, podría explicar la apertura de sobres que acomete con descaro. Pero su desidia laboral va mucho más allá, y no aparece claramente motivada por la necesidad de aprovechar el tiempo libre, repudiar a sus empleadores ni cualquiera otra aspiración terrestre. Roy no es un retrasado mental ni está loco. Lisa y llanamente, va por la vida así. Se diría que es un personaje restrictivamente cinematográfico: sólo podría existir en una película como ésta. Dado que tampoco es muy simpático, no resulta fácil seguirlo, o palpitar junto a él cualquier alternativa de la historia.

Decir que El cartero enamorado es una comedia invita a descartar todo el párrafo anterior: ¿qué importancia tiene la identificación en la mayor parte de las comedias? Pero la película de Sletaune no es una comedia desde el vamos. Al principio ronda el limbo, como contagiada de esa criatura que carece de motor y rumbo, aunque empieza a tomar cuerpo con la aparición de Line (Andrine Saether), una joven misteriosa y atractiva. Medio sorda, introvertida, entra en la historia poco después de olvidarse las llaves de su departamento insertadas en un buzón. El cartero las encuentra, saca copias y se inmiscuye subrepticiamente para enterarse de dos cosas: que la chica está involucrada en un asalto que dejó un saldo sangriento –esto se lo sugiere un mensaje en el contestador– y que decide suicidarse. Claro que al suicidio Roy lo frustra, y por un pelo, con lo que Line le deberá la vida sin saberlo.

Roy es más curioso cada vez. Sólo que ahora tenemos tantos motivos como él para querer llegar al fondo del asunto: ¿quién esa chica? ¿Qué hará con la plata? ¿Tiene cómplices? ¿Qué es lo qué realmente sucedió? Esta es la mejor parte de El cartero enamorado, y éste su mejor tono, relacionado con el suspenso. Algo después, recién, empieza a desatarse la comedia. Que es de lo más convencional –con un villano demasiado idiota y un romance demasiado tímido– y diluye los respetables climas del tramo anterior sin reemplazarlos por nada que pueda comparárseles.

Algo para recordar: el film demuestra que Oslo tiene poco que ver con la imagen de una "capital escandinava" típica. Hay barrios casi tan plebeyos como los de acá (América Latina) y manteles, casas, muebles que parecen congelados en el tiempo.

Guillermo Ravaschino