HOMEPAGE
ESTRENOS
VIDEOS
ARCHIVO
MOVIOLA
FORO
CARTELERA
PRENSA
ACERCA...
LINKS















CHICAS DE CALENDARIO
(Calendar Girls)

Inglaterra, 2003


Dirigida por Nigel Cole, con Helen Mirren, Julie Walters, John Alderton, Linda Bassett, Annette Crosbie, Philip Glenister.



Las historias de mujeres que se desnudan (públicamente) con fines benéficos no es nueva (esta misma semana, en Recoleta, un grupo de chicas le puso el pecho al invierno “por la paz mundial”): Demi Moore lo hizo en Striptease, embolsando millones de dólares por intrepretar a una showgirl que luchaba por la manutención de su hija. También Julia Roberts apelaba a lo suyo en Mujer bonita o Erin Brockovich, sin dejar de ser una chica “común” (siendo a la vez –o por eso– la novia de América, como lo fue Mary Pickford en los '20). Se sabe: a Hollywood le gustan las estrellas que no dejan de ser chicas comunes. Y también las chicas del montón que llegan a estrellas... sólo para querer volver a ser chicas del montón: esa es precisamente la historia de Nace una estrella (encarnada –también en la vida real– por Judy Garland, entre otras. Marilyn Monroe no lo hizo, pero hubiera sido su mejor papel...).

Todos estos circunloquios son para (no) decir que no hay nada nuevo en Chicas de calendario, salvo la supuesta originalidad de que quienes muestran sus comunes encantos son señoras mayores (pero Jorge Polaco lo viene haciendo hace años...). En esta película, un grupo de mujeres “maduras”, habitantes de un pintoresco pueblito del norte de Inglaterra, buscan recaudar fondos para la lucha contra la leucemia, y ven un filón en el calendario de uno de esos típicos “Woman Institute” (dedicados a enseñar el arte de hacer puddings, arreglos florales, tejidos de punto y repostería). En esa publicación suelen aparecer puestas de sol o ramos de flores, pero ellas quieren hacer algo que, sin dejar de ser “tradicional”, ofrezca un enfoque “revolucionario”: detrás de los postres y los arreglos florales aparecerán ellas mismas... desnudas. Adelantamos que, por este lado, la película es tan decepcionante como las chicas de Recoleta.

Lo único que queda realmente al descubierto en esta película es su dulzona pacatería, su amable superficialidad. Lo que prometía ser una de esas notables comedias a las que nos tiene acostumbrado el cine inglés pierde demasiado pronto su frescura inicial, y al promediar ya se vuelve una historia morosa, reiterativa, que acumula paisajes y situaciones que atentan contra su eficacia. Eso sucede precisamente cuando Hollywood empieza a formar parte de la trama, y todo sucumbe a la autorreferencialidad: al igual que en la “vida real”, las chicas venden su historia a la meca del cine, y el objetivo benéfico se convierte en puro afán de lucro.

Se ha dicho que esta película es la versión femenina de The Full Monty (no cabe duda de que esa era la intención de los productores): pero “hombres-que- se-desnudan-para-parar-la-olla” no es igual a “mujeres-que se-desnudan-por-caridad”, así como no es lo mismo reaccionar ante el desempleo que ante la monotonía pueblerina... En este caso, la comedia de costumbres ha sido reemplazada por las (peores) costumbres de la comedia. Algo similar a lo que ocurrió con El quinteto de la muerte (también con producción de Disney).

Las fórmulas reemplazan la creatividad, y así (a pesar de algunos aciertos ocasionales) la película se rinde al altar de la medianía: ni siquiera las buenas actuaciones logran salvar un guión que no quiere ser otra cosa que una de esas típicas comedias dramáticas con ostentoso elenco femenino (en el estilo de Flores de acero), con las que el cine y el teatro vienen castigándonos en los últimos años. Sumémosle a eso la aparente garantía de estar “basada en hechos reales” y la tendencia a abusar del color local, y tendremos la película perfecta… para la mente de un arquetípico productor hollywoodiano. Si algo la salva es lo poco que queda de la gran tradición de la comedia británica (a la que hacen honor actrices como Helen Mirren y Julie Walters), pero no alcanza; una vez mas, Hollywood echó todo a perder. Y esto lo sabe hasta el propio film, que vuelve a dejar a las “chicas” en ese pueblo del que nunca deberían haber salido.

De eso se trata, entonces, este “canto a la mujer madura que descubre que nunca es tarde para romper (por un instante) con la monotonía”. Cosa que la película también consigue… aunque por un instante aun más fugaz.

Nicolás Prividera      

ARTICULOS RELACIONADOS:
   >Crítica de The Full Monty


Enviá tu crítica al Foro