Desde Día de
entrenamiento que no llegaba desde Hollywood un policial tan potente. La
película de Antoine Fuqua era oscura, intensa, vibrante. Jugaba con todas
las leyes de un viejo subgénero como el film con pareja despareja, pero lo
renovaba con un toque de ironía. Todos estos son atributos que comparte
Colateral. Aunque no los únicos.
La nueva
película de Michael Mann trae a Max (Jamie Foxx) y Vincent (Tom Cruise) en
los roles centrales como un taxista y un asesino a sueldo, respectivamente.
Vincent tiene que matar a cinco personas en unas pocas horas de la noche
para luego huir y por tal motivo necesita los servicios de Max para que lo
conduzca por esa geografía extraña de Los Angeles, de una infrecuente
extensión horizontal. Extrañeza muy bien captada por la cámara digital de
Mann, que le da un toque impersonal y deshumanizado a la ciudad.
Volviendo al primer párrafo de este comentario, Colateral y Día de
entrenamiento no sólo comparten registros genéricos, también lugar y
concentración temporal: mientras la de Fuqua transcurría en 24 horas
“angelinas”, la de Mann lo hace en casi 6. Y esa delimitación de tiempo
tensiona aun más la superficie. Ambos films son ejemplos de un cine que
parecía haber muerto. Es que después de Los sospechosos de siempre ya
resultaba imposible elaborar un policial que no incluyera una vuelta de
tuerca ingeniosa, aunque no siempre inteligente. Que dejara al espectador
pasmado por el efectismo y el golpe de guión final. Colateral se
plantea entonces como un viaje directo y seco, al igual que una trompada
bien colocada al mentón.
Además
de la firmeza narrativa que Mann le imprime al asunto, hay un trabajo muy
inteligente del guionista Stuart Beattie. Si bien el film juega con la
pareja de opuestos (el taxista más bueno que Lassie, el asesino frío y
malvado) lo más atractivo es que en el fondo no son tan distintos uno del
otro. Ambos son pragmáticos y muy profesionales en lo suyo. Y cuando se
plantee como tema lo que vale una vida, el duelo verbal será impecable. En
todo sentido, la “guerra” psicológica que se desarrolla en el asfixiante
marco de ese taxi es muy interesante.
Colateral y Día
de entrenamiento, por otra parte, comparten además un móvil
extracinematográfico: dos actores famosos que siempre hacen de buenos
(Denzel Washington y Tom Cruise) muestran su lado más oscuro... y salen
ganando. Cruise, que con el pelo blanco parece el hermano de Jim Jarmusch,
logra aquí su actuación más convincente a la fecha. Resulta un villano
violento, implacable, y actoralmente demuestra que puede estar bien sin caer
en sobreactuaciones como en El último samurai o Magnolia, dos
ejemplos de cuando se pone a hacer "cine serio" con la deliberada intención
de que lo consideren un buen intérprete. Mal que le pese a muchos (y acaso a
él mismo), ha logrado su mejor papel en una de piñas y tiros.
Si
Colateral resulta una película intensa también es porque Michael Mann al
fin supo contar una historia en menos de dos horas. Después de tardarse 3
horas con la fallida Fuego contra fuego, y casi dos y media con las
mucho más interesantes El informante y Muhammad Ali, ha
conseguido reunir los elementos justos, necesarios, y desarrollarlos en el
tiempo preciso. Un dato para los cinéfilos: Jada Pinkett Smith, Bruce
McGill, Barry Shabaka Henley y Jamie Foxx, que aparecen aquí, ya habían
estado con el director en Muhammad Ali.
Lamentablemente, hay que decirlo, la última parte del film no está lograda.
Hay un giro argumental no del todo convincente, que encima desdice lo que se
planteaba hasta ahí respecto a lo insignificante que resulta la vida o la
muerte dentro de una "jungla" como Los Angeles. Esa inquietante zona oscura
que transitaba Colateral se le escapa a Mann, que termina todo de
manera un tanto más convencional. No obstante, la posibilidad de disfrutar
por casi dos horas de un policial bien hecho, estupendamente actuado y
visualmente subyugante, que nunca reniega de su brutalidad elemental, es un
placer poco común.
Mauricio Faliero
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