Este es un film que suscitó abultadas expectativas y no poco justificados
temores. Su director, Alex de
la Iglesia, es el hombre que nos regaló El día de la bestia
(1995), una película
genial, una exquisita mezcla de humor y horror como se han visto muy, pero
muy pocas. Y la soberbia Muertos de risa (1999), con la que, bajo la
cáscara de un costumbrismo humorístico inocultablemente español,
encaró una relectura (homenaje y crítica) de los códigos dorados
hollywoodenses. Pero también es un cineasta al que las garras de la
industria yanqui, en
las que cayó con Perdita Durango, dejaron muy maltrecho. Y aunque La
comunidad vuelve a estar rodada y producida en España, su rutilante
protagonista y las marcas de género que la desbordan hacían temer
una nueva recaída en las rutinas de la industria. Algo de eso hay, pero
no mucho, y la mayor parte de los temores se diluyen con el correr de la
proyección.
Todo empieza cuando Julia (Carmen
Maura, en su primera colaboración con Alex) encuentra una millonada de
pesetas escondidas en el departamento de un anciano
recientemente muerto. Empleada de una inmobiliaria, ella intentaba vender
el piso de abajo en ese
mismo edificio. Y decide quedarse a vivir allí hasta idear el modo de sacar
el dinero en una valija. Por supuesto que las cosas se complican. La
pobre Julia pasará en el edificio muchos más días y calvarios de los que
jamás imaginó.
Como cabía esperar de este
director, el relato ofrece una llamativa mixtura de ingredientes fílmicos.
El consorcio del edificio en cuestión está integrado por una galería de seres
pérfidos y oscuros, que meten tanto miedo como los que deambulaban por El
inquilino (Roman Polanski, 1976); hay un gordito que se disfraza de
Darth Vader (el de La guerra de las galaxias); varios tramos de la
partitura y muchos encuadres remiten a Alfred Hitchcock, y sigue
la lista. Pero lo que importa no es la suma de los guiños sino el hecho
de que no son gratuitos. De que se integran razonablemente con
la trama.
Aunque no ofrece tanto horror ni
tanto humor como El día de la bestia, La comunidad se las
rebusca para salir airosa en ambos campos, tan
difíciles de combinar. Entretiene, muy ligeramente por momentos, pero sin
tomarlo a uno por idiota. Tiene un ritmo
sostenido, una puesta en escena muy prolija, sólida. Y a una Carmen Maura que
reedita la frescura y algunos de los mejores pasos de sus días junto a
Pedro Almodóvar.
Guillermo Ravaschino
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