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CONSTRUYENDO LA VIDA
(Life As A House)

Estados Unidos, 2001


Dirigida por Irwin Winkler, con Kevin Kline, Kristin Scott Thomas, Hayden Christensen, Jena Malone, Sam Robards, Mary Steenburgen.



Si supiera que me quedan algunos meses de vida, una energía extraña se apoderaría de mi. De la anarquía de mi nuevo descubrimiento y el cruce de mis deseos pospuestos dependerían mis últimas acciones. En el cine este tópico no es nuevo. Películas de factura y resultados disímiles como La fuerza del cariño, Mi vida o Y tu mamá también lo han convertido en motor o desencadenante de las acciones. El excelente productor (Rocky, Buenos muchachos) y mediocre director Irwin Winkler lo usará como centro e inicio de Construyendo la vida. Así, George (Kevin Kline), de reflejos lentos, recién al enterarse de su cáncer terminal se da cuenta de que además: 1) hace 20 años que odia su trabajo. 2) tiene un hijo adolescente, Sam (Hayden Christensen). 3) sus útimos momentos de dicha los tuvo junto a su ex esposa Robin (Kristin Scott Thomas). Como si semejantes hallazgos fueran poco, también sufre una suerte de "colmo del arquitecto" que consiste en detestar la casa en la que habita, que ni siquiera es propia.

Obvio por obvio es obvio: esta ecuación es la que domina cada centímetro de la película, que no se priva de tocar otros temas como la homosexualidad, la corrupción de menores, la drogadicción, el alcoholismo y la alienación laboral con la seriedad y profundidad propias... de un noticiero televisivo.

Winkler no escatima "recursos cinemátograficos", así entre comillas, como los flasbacks en digital para subrayar momentos felices, las cámaras lentas para aclimatar, los zooms hacia la gestualidad de los actores. Y el sonido; en Construyendo la vida no hay un solo minuto que transcurra sin música o sonorización explícita. El repertorio es amplio e incluye desde Marilyn Manson hasta el piar de las gaviotas, desde melosas melodías hasta auténticos martillazos para terminar con el arrullo del mar y una voz en off que dice "escuchar, escuchar...".

Este es el largometraje con más crepúsculos que he visto. Probablemente el hecho de trabajar junto a un experto en fotografía como Vilmos Zsigmond motivara a Winkler a incluir imágenes de amaneceres y puestas de sol en cantidades suficientes como para llenar cuatro películas. En lo que hace al guión, Mark Andrus se ocupó de amenizar los clímax con preguntas existenciales del tipo: "¿Cómo uno se convierte en lo que uno es?", o con sentencias categóricas como: "El amor no basta".

Construyendo la vida es una película difícil de encasillar en uno u otro género. Los únicos momentos en que pareciera situarse en la comedia son las escenas que anima el perro, cuyo nombre no figura en el elenco. Otras veces parece ser un melodrama, género con el que comparte su alejamiento de la realidad mediante la exageración, pero carece del elemento constitutivo del mismo que es, justamente, la pasión.

Si supiera que me quedan pocos meses de vida, entre otras cosas iría al cine. Pero de ninguna manera elegiría Construyendo la vida sino –y en esto me influyo Wilker con su fórmula "obvio por obvio"– El ocaso de una vida. Esa de 1950.

Nicolás Rizzi      


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