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EL CUMPLE

Argentina, 2002


Dirigida por Gustavo Postiglione, con Raul Calandra, Bárbara Peters, Miguel Franchi, Natalia Depetris, Tito Gomez, Gerardo Dayub.



Un defecto del cine argentino es copiar cuanta pavada novedosa aparece en el del Primer Mundo. Gustavo Postiglione cae en este error e insiste en erigirse en la versión local del Dogma. Canon 1: registro "realista" de una situación –un asado en su primera película, filmada en tiempo casi real, un cumpleaños en esta segunda. Canon 2: cámara en mano, muy inquieta, indominable, que lleva a preguntarse si quien la maneja lo hace por primera vez (y a esperar que sea por última). Canon 3: registrar las banalidades absolutas de los diálogos, a un extremo que da vergüenza ajena.

Suponemos que Postiglione quiere ser un crítico costumbrista. Suponemos que quiere poner en evidencia los tópicos de la clase media argentina. Lo logra: realiza una película construida exclusivamente por tópicos, por formas de relaciones tópicas. Y eso es todo; nunca llega a atravesarlas, nunca propone nada a cambio, nunca asoma una sola idea, un nuevo concepto.

Los invitados a El cumple exhiben un catálogo de lo peor de nuestras miserias. Los hombres: la bravuconería, la homofobia, la impotencia, el machismo y la xenofobia; todo resulta redimido por la amistad, la camaradería masculina. Las mujeres: si en El asadito estaban ausentes de ese ritual al parecer exclusivo para ellos, aquí se les permite mostrarse... para que demuestren por qué son un mal necesario. La misoginia de Postiglione no da tregua en ningún momento.

En El cumple se bebe y se habla. No digamos se conversa, porque los diálogos deshilvanados parecen de sordos; cada uno de los invitados encerrado en sus motivaciones personales, egoístas, desinteresado por quien tiene delante. No falta el momento de la confesión –cuando amanece, como es de imaginar. La charla fragmentada tampoco conduce a acción alguna, empieza y acaba en sí misma, en sus frases hechas, sus lugares comunes, en su convencionalismo intrascendente.

Cuando se habla del cine de Postiglione siempre se subraya que sus películas están íntegramente filmadas en Rosario, como si esto fuera un índice de calidad per se. El uso del blanco y negro, la grabación de un video dentro del film, la pantalla dividida que muestra varias escenas simultáneas se presentan como pautas de un cine posmoderno e independiente. Y sin embargo, se siente en El cumple el mismo tufillo del viejo cine argentino discursivo y dogmático que permanece vivo, como si volviera reciclado, con aires de novedad, para mostrar, una vez más, lo mismo.

Josefina Sartora      

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