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DE-LOVELY
Estados
Unidos,
2004 |
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Dirigida por Irwin Winkler, con Kevin Kline, Ashley Judd, Jonathan Pryce,
Kevin McNally, Sandra Nelson, Allan Corduner, Peter Polycarpou.
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"She´s De-Lovely" es el
título de una célebre canción de Cole Porter, una de las glorias del musical
americano. En la corriente cinematográfica que está recuperando la memoria
de grandes nombres, esta película de Irwin Winkler sobre los años de fama
del compositor traza un retrato de un personaje que seguramente ha de haber
sido más interesante de lo que el muestra el film. Michael Curtiz en
Night And Day (título de otra de sus célebres canciones) ya había
aportado en 1946 una versión parcial de este hombre por demás ambiguo
(entonces interpretado por Cary Grant, ahora por Kevin Kline), que alternaba
sus producciones musicales tanto en Broadway como en Hollywood, aparecía en
París y Londres así como en California y Arizona, y tenía amantes femeninas
así como masculinos. Sin embargo, aquella primera versión biográfica –citada
en este film– no hacía alusión al detalle biográficamente nada menor de su
bisexualidad, que constituye la base de la historia que cuenta De-Lovely.
En pleno y glamoroso ascenso
profesional, Porter se casa en París con la millonaria Linda Lee, una mujer
muy moderna y sofisticada, quien al principio parece indiferente o
comprensiva ante las inclinaciones sexuales de su marido (tal vez porque su
deseo inconsciente haya sido redimirlo para la heterosexualidad). En todo
caso, hubiera sido interesante conocer algo más sobre la intimidad y las
secretas motivaciones de este personaje, al que Ashley Judd dota de una
seducción irresistible. Pero el film se queda a medio camino, como en casi
todos los demás aspectos.
En la
línea de varias biopics recientes (como Ray y Kinsey,
por ejemplo), Winkler no sigue una narración lineal, sino que encuadra el
film en una posmoderna puesta en abismo: un viejo Cole Porter, tullido y
acabado (¿o está muerto?) es invitado por un amigo a ver en escena el
espectáculo de su vida, en un teatro vacío. Así, el relato discurre
aleatoriamente entre la representación sobre el escenario, los comentarios
de un viejo experimentado y la puesta en escena cinematográfica, yendo hacia
atrás y adelante del período que comprende desde su boda hasta su ocaso (los
años '20 a '50). Con algunos momentos farsescos, el retrato no hace más que
quedarse en la superficialidad más sensacionalista, la del escándalo, y la
reconstrucción ambiental de qualité, con un guión de Jay Cocks (Pandillas
de Nueva York) que naufraga entre banalidades y estereotipos.
A los
fanáticos del género musical –entre los que no me cuento– probablemente les
interesará esta película, porque presenta varios números de canciones y
baile: el mismo Kevin Kline interpreta algunos temas de Porter en canto y
piano, mientras que algunos famosos músicos actuales –Alanis Morissette,
Natalie Cole, Elvis Costello, Diana Krall, Sheryl Crow, Robbie Williams–
escenifican muchas canciones (con resultados muy desparejos). En cualquier
caso, melodías tan maravillosas y sensuales como "Let's Misbehave", "Begin
the Beguine", "Love for Sale" y "Let's Do It" siempre han sonado y sonarán
mejor en las películas de Woody Allen.
Josefina Sartora
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