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DESCUBRIENDO EL AMOR
(Fucking Amal)
Suecia,
1998 |
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Primera escena: Agnes está enamorada de Elin, lo sabemos porque lo escribe
en su computadora. Su lista de deseos y decepciones también incluye la
negativa a realizar un festejo de cumpleaños por sus 16. Escena siguiente:
vemos que Elin, como Agnes, es una chica. Pero ambas son, en apariencia, muy
diferentes. La primera es atractiva, desinhibida y muy popular entre los
varones. La mayor parte del tiempo comparte la vida con su hermana Jessica,
busca emociones fuertes y piensa que Amal (el "Fucking Amal" del título
original) es el lugar más aburrido del mundo. La segunda vive hace un año en
este rutinario pueblo sueco, el grupo del colegio la rechaza, es
introvertida y no tiene amigos. Su familia la quiere, trata de comprenderla
y mostrarle lo valiosa que es. Pero a la malograda fiesta organizada por la
madre de Agnes no asiste nadie. Sólo Elin y su hermana –que no tienen nada
mejor que hacer esa noche– se presentan en la casa con intención de, al
menos, emborracharse. Conociendo los rumores sobre el lesbianismo de Agnes,
deciden apostar que la desenfadada rubia puede robarle un beso a la tímida
anfitriona. Dicho y hecho, a partir de allí las cosas comenzarán a cambiar
vertiginosamente.En su ópera prima Descubriendo al amor, Lukas
Moodysson retrata los conflictos y contradicciones propios de la
adolescencia con soltura, buen humor y con la profundidad dramática que se
merecen. El director logra plasmar las preocupaciones más profundas
de los chicos de Amal (y de la mayoría de los jóvenes de cualquier parte):
qué hacer en el futuro, de quién enamorarse, en quién confiar. Y las más
superficiales y cotidianas: qué música escuchar, a qué fiesta ir, qué
ponerse, cómo divertirse. El objeto amoroso es una faceta más de esa etapa
de definiciones. Y queda claro –el film no subraya ni prejuzga en este
sentido– que poco importa si, además, ese ser amado es hombre o mujer.
Descubriendo el amor tiene algo del talento de Kids (Larry
Clark, 1995) para capturar las actitudes, poses e indolencia de los
adolescentes, pero su tono es menos oscuro y provocador. Y si bien la
temática también es similar a la de la recientemente estrenada Krámpack
(Cesc Gay, 2000), en la película española la atención estaba puesta en la
experimentación sexual de los dos varones. En el film sueco, en cambio, no
hay sexualidad explícita. Sólo se nos muestran algunos besos y, por ejemplo,
cuando Elin hace el amor por primera vez con su novio, apenas vemos la
charla que mantienen minutos después. En las protagonistas de
Descubriendo... hay menos sexo pero mayor conflictividad que en
los de Krámpack. Pero ésta pasa más porque el amor sea correspondido
por la persona elegida, que por asumir la condición homosexual.
En su búsqueda de realismo extremo, en el ritmo impreso al relato, en el
predominio de interiores y la interpretación de actores no profesionales
resuena también cierto eco de la ¿estética? del Dogma, propuesta por el
danés Lars Von Trier. Pero Moodysson se vale además de otros recursos:
primeros planos, tomas cortas, una banda sonora que acompaña estados de
ánimo y reiterados zooms sobre los personajes.
Descubriendo el amor no es una gran película. Pero uno de sus méritos
es que la historia de Elin y Agnes –cómo se irán encontrando y
desencontrando a ellas mismas y entre sí, cómo reaccionarán sus amigos, sus
familiares y novios, las alegrías y sufrimientos que padecerán hasta que
decidan asumir su deseo– está narrada sin pretensiones ni fines didácticos.
La frescura y verosimilitud que le imprimen las excelentes actuaciones de
Rebecca Liljeberg y Alexandra Dahltröm permiten que nos identifiquemos con
sus personajes y que nos alegremos, al igual que ellas, cuando logran –casi
literalmente en el film– "salir del placard".
Yvonne Yolis |
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