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DOBLE RIESGO
(Double Jeopardy)

Estados Unidos, 1999


Dirigida por Bruce Beresford, con Ashley Judd, Tommy Lee Jones, Annabeth Gish, Bruce Greenwood, Roma Maffia, Jay Brazeau, Davenia McFadden.



Un tipo con bastante fortuna y muchas más deudas desaparece misteriosamente de un velero en alta mar, dejando copiosos rastros de sangre. La Justicia lo da por muerto e incrimina a su esposa, la única persona que en el último momento estuvo junto a él. Impotente, desesperada, Libby (Ashley Judd) marcha presa. Al pequeño Matty, hijo de ambos, no lo volverá a ver por seis años. A  los dos millones de dólares del seguro de vida de su marido, tampoco.

Ya desde aquí Doble riesgo se perfila como un thriller apagado, fallido. La entereza con que Libby enfrenta su temporada tras las rejas sencillamente no se puede creer. La cárcel, menos. Si hasta parece que la jovencita la pasara muy bien allí. En algún momento, mientras Libby hace fierros, las chicas más "rudas" del pabellón, con las que hizo buenas migas, cuchichean a un costado: "Mira, ¿ves? Si es el odio lo que la mantiene viva..." Pero no es un culebrón latinoamericano sino un film de Bruce Beresford (Conduciendo a Miss Daisy). Y recién empieza.

Antes de su desaparición, Nick se muestra tan pedante y altanero que es como si llevara impreso "culpable" sobre la frente. O lo que es lo mismo, desde el primer minuto sentimos que fraguó su propia muerte. Cierto es que la intriga de Doble riesgo no gira en torno de esta cuestión: lo sabremos vivito y coleando casi desde el vamos, y asumiremos que lo que lo llevó a montar la farsa fue la falta de cash. La intriga, entonces, quedaría acotada a la siguiente pregunta: ¿cuándo y de qué modo conseguirá Libby "darle su merecido"? ¡Pero a esta película ya la hemos visto mil veces! Doble riesgo pertenece al lamentable "megarubro" fundado por Los perros de paja (Sam Peckinpah, 1971): films cuyo desarrollo y desenlace pueden adivinarse mucho antes de lo deseado.

Otro que desaparece es el abogado de la protagonista, aunque en este caso debido a un agujero en el guión. ¡Insólito! El leguleyo hace mutis por el foro cuando Libby más lo necesita, que es a partir del momento en que olfatea la farsa. Pero en fin, pasan seis años, Libby sale libre y, claro, va por el niño y la venganza. Cuando las cosas se le complican, aparece un oficial de libertad condicional honesto (Tommy Lee Jones) al que le encomiendan el trabajo de frustrar su escape. Este hombre construirá con Libby otra de esas duplas que empiezan a las patadas, pero ya sabemos cómo terminan.

Ashley Judd es muy bonita y sabe actuar. El mejor tramo del film la muestra sola, callada, al volante de una camioneta desvencijada, fugando sin rumbo fijo por las rutas norteamericanas. Lástima que hayan sido tan pocos kilómetros. Tommy Lee luce muy, pero muy cansado. En parte por esas excesivas ojeras que le dibujaron para que su drama, que es el de Libby (sí, el también perdió a su hija), no pasase inadvertido para las últimas filas de la platea. En parte porque, gran actor como es, no le debe haber caído muy en gracia trasplantar el brillante rol que le cupo en El fugitivo a una película como esta.

Guillermo Ravaschino