El slogan del film protagonizado por Anthony Hopkins en su tercera
encarnación de Hannibal Lecter reza: "para entender el origen del
mal tienes que volver al principio". Vamos a hacerlo.
Hannibal "el Caníbal" Lecter saltó a la fama en El
silencio de los inocentes, basada en la novela de Thomas
Harris, en la que apenas veinte minutos de pantalla le bastaron para
aterrar y fascinar al mismo tiempo a diversas generaciones (mientras que a
Hopkins le permitió alzarse con un Oscar a Mejor Actor). Esa perturbadora
película se convirtió en un clásico apoyada en las escenas en que
Lecter conversaba con la agente Starling (Jodie Foster, que también se
llevó su Oscar), quien, ansiosa porque el Caníbal le proporcionara
pistas para atrapar a otro asesino serial, no podía evitar que el
monstruo homicida invadiera su mente.
Si El silencio de los inocentes era un magnífico film sobre los
rincones más oscuros de la mente humana y la atracción ejercida por un
Mal casi en estado puro, su continuación, Hannibal, no fue mas que
una pobre caricatura. Sin el director del primer film, Jonathan Demme,
reemplazado por Ridley Scott, ni Jodie Foster, sustituida por Julianne
Moore, aquí Lecter, aunque libre y a sus anchas, asusta mucho menos que
cuando estaba encerrado. Hopkins se limita a actuar de taquito,
parodiándose en forma permanente, evitando toda profundidad.
Dragón rojo es la precuela de El silencio de los
inocentes; cuenta la historia previa al encuentro de Lecter con
Starling. Aquí se muestra brevemente cómo el Caníbal fue atrapado por
el agente Will Graham (Edward Norton), y cómo este último intenta
retirarse tras ese episodio, aunque tiene que volver al ruedo tras la
aparición de un "asesino de familias" al que la prensa bautizó
"el Hada de los Dientes" (Ralph Fiennes). Para detener esta ola
de crímenes, Graham se verá obligado a consultar al más feroz y famoso
asesino de todos los que atrapó.
Existe otro antecedente, poco conocido, de Dragón rojo,
y es una película llamada Cazador de hombres (1986), animada por
William Petersen en el papel de Graham y por el escocés Brian Cox en una
corta pero notable interpretación de Doctor Hannibal Lecter. Allí el
guión se centra especialmente en el agente del FBI, un hombre con una
capacidad asombrosa para situarse en la mente de los criminales que
persigue. Este "don" lo atormenta en forma permanente por la
forma en que lo acerca a seres que odia, algo que Hannibal le subraya
oportunamente ("¿Sabes por qué conseguiste atraparme? Porque somos
iguales"). En Cazador de hombres, el director Michael Mann (Ali,
El informante, Fuego contra fuego, entre otras)
consigue crear un excelente clima de suspenso sin mostrar un solo cadáver
ni utilizar golpes de efecto con la música. Sólo se dedica a realizar un
concienzudo análisis de la mente de Graham, que rápidamente se adapta a
la del criminal que persigue.
Dragón rojo, dirigida por Brett Ratner (Rush Hour 1 y 2,
Hombre de familia) prefiere hacer blanco en el asesino serial
perseguido por Will, llamado Francis Dolarhyde, un individuo admirador de
Lecter, traumado por una infancia de abusos y maltratos y consumido por la
idea de una transformación que lo acerque a él y a sus víctimas a las
concepciones del artista y poeta William Blake. La irrupción en su vida
de una mujer ciega, Reba McClane (Emily Watson), de la que se enamorará,
alterará su derrotero homicida. Esta pareja es la que brinda los mejores
momentos del film, gracias a los buenos oficios de Watson y Fiennes. El
duelo que se establece entre Hopkins y Norton, aunque menos interesante,
no deja de ofrecer su atractivo por el mero odio y admiración que se
profesan ambos personajes.
Pero a Brett Ratner le falta pasta de director de suspenso, pues
desecha los recursos (mayormente, psicológicos) que permiten atemorizar a
la platea en favor, casi siempre, de secuencias sangrientas y golpes de
efecto innecesarios. Con todo, el guión de Ted Tally (también autor del
de El silencio de los inocentes) y un magnífico elenco (en el que
también destacan Harvey Keitel, Philip Seymour Hoffman y Mary Louise
Parker) lo ayudaron a concluir la historia de manera efectiva. Sin igualar
los films de Michel Mann y Jonathan Demme, Dragón rojo es
ciertamente bastante mejor que el dirigido por Ridley Scott.
Rodrigo Seijas