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EN EL DORMITORIO
(In The Bedroom)

Estados Unidos, 2001

 


Dirigida por Todd Field, con Tom Wilkinson, Sissy Spacek, Nick Stahl, Marisa Tomei, William Mapother, William Wise.



Varias películas recientes dan testimonio de la descomposición del orden que estructura la clase media de los Estados Unidos. En ellas, el statu quo familiar y tradicional se ve amenazado, alterado o totalmente destruido por eventos internos que fisuran el sistema o lo hacen estallar en pedazos. Y este estado de situación era anterior a la destrucción de las Torres Gemelas. ¿Era un anuncio de lo que vivimos actualmente? Felicidad, El hombre que nunca estuvo, Belleza americana, El dulce porvenir, El precio del silencio, todas presentan la vulnerabilidad de un sistema largamente construido y defendido, el quiebre del sueño americano.

Esa fractura social, familiar, personal es la que denuncia esta inquietante, sólida y polémica opera prima de Todd Field, quien fuera actor de Ojos bien cerrados. Es decir que esta película es algo más que un thriller psicológico y melodrama familiar.

En un pequeño pueblo de la costa vive la familia Fowler, típico ejemplo del tradicional american way of life. El hombre es médico del lugar, la mujer profesora de música y maestra de coro, el hijo aspirante a una buena universidad donde desarrollar su talento para la arquitectura. La historia está ubicada en Nueva Inglaterra, el lugar de llegada de los pioneros, sitio de tradiciones fuertemente arraigadas, la sede de la civilización. El muchacho vive un romance con una mujer algo mayor que él, divorciada, madre de dos hijos, con un ex marido rico y pendenciero, que amenaza la paz familiar. Hasta que la situación salta fuera de todo control, y queda regida por la violencia.

En realidad, siempre sabemos lo que va a suceder, aunque no lo contaremos en estas líneas. Este es un film sobre la latencia, la gestación y la espera, y lo fascinante proviene de cómo sucede lo que esperamos, con el ritmo y suspenso adecuados. El debutante Field es muy respetuoso de los tempi, de la parálisis en esos tiempos muertos del dolor, casi sin recurrir a la música. El cuento de André Dubus ha devenido un largo film sobre los silencios, la tensión, la carga expresiva del cuerpo, la emocionalidad contenida. Nada es sorpresivo aquí: desde el principio, la relación idílica entre los jóvenes y el almuerzo tradicional en el jardín están generando su opuesto.

Cada miembro de la familia encarna un arquetipo, también las pasiones que los desbordan son universales: Mrs. Fowler es la Gran Madre, la dadora de vida, protectora y nutricia, y también devoradora, alerta frente a la otra mujer (una estupenda Marisa Tomei). Allí está la maravillosa Sissi Spacek para golpearnos con su dolor, su ira reprimida, sus silencios elocuentes, su manipulación desesperada. Su interpretación le valió la nominación al Oscar, además de otros premios. El Dr. Fowler es quien tiene la responsabilidad de llevar su familia adelante y sostenerla, aunque no esté muy seguro de cómo hacerlo. Se lo ve desorientado, fluctuante, agobiado bajo su enorme carga, y firmemente determinado una vez que decide tomar el control. Tom Wilkinson tiene también una nominación por su delicada, sobria y expresiva composición del personaje atravesado por el conflicto interior. La escena de la verdad entre ambos esposos es antológica. El muchacho es el futuro, la esperanza, la continuidad.

La película ha de generar un debate por su aspecto ético: ¿Tiene derecho el hombre culto, confiable y civilizado a ejercer la venganza? ¿Qué es hoy la Justicia, y qué la diferencia de la venganza? ¿Puede ésta curar el daño? El debate puede tornarse más duro en la medida en que la cámara no cesa de apelar a la identificación del espectador con los protagonistas, en la línea del realismo psicológico.

El film adolece de unas cuantas obviedades, como la explicación del título, por ejemplo. Detrás de lo más evidente, hay una reivindicación de los derechos de la clase media sobre la dominante, que ha abusado de su poder: la mayor empresa del lugar, siempre está filmada de lejos como una fortaleza, sitio ominoso y silencioso generador del mal.

Field busca en su primer film un cine propio, ajeno a las modas y parámetros convencionales de Hollywood. Su thriller es también un relato sombrío sobre la moral y la conciencia americana, a la que muestra asumiendo su lado más siniestramente oscuro, mientras un coro de niñas angelicales canta antiguas baladas.

Josefina Sartora     


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