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EL ENSAYO
(La Répétition)

Francia, 2001


Dirigida por Catherine Corsini, con Emmanuelle Béart, Pascale Bussières, Daniel Levy, Jean-Pierre Kalfon, Sami Bouajila.



Aun en la ficción es difícil dejar de lado las obsesiones personales. Catherine Corsini, aspirante a actriz desde muy joven, no es una excepción y su quinto largometraje da prueba de ello.

El ensayo es pues la historia de dos amigas, Nathalie y Louise –Emmanuelle Béart y Pascale Bussières–, de las cuales sólo la primera triunfa sobre las tablas. La segunda, en cambio, decide alejarse abruptamente del mundo del teatro al sentirse traicionada por la bella y amoral Nathalie. Años después, ambas se reencuentran por casualidad en una función (una como espectadora, la otra como actriz) y se reaviva en Louise esa pasión trunca y adolescente que había dejado huella bajo las pulseras de su muñeca.

Las maniobras de Louise en pos de la conquista comienzan con una serie de falsos encuentros casuales y esporádicas visitas al hotel durante las giras de Nathalie hasta terminar con la convivencia de ambas bajo un mismo techo. Mentiras ininterrumpidas –a su marido, a su amiga, a la pareja de su amiga–, hurtos fetichistas de efectos personales y la toma impulsiva de decisiones importantes en nombre de Nathalie (confirmarle entrevistas de trabajo, por ejemplo) son algunas de las prácticas non sanctas en las que Louise incurre una y otra vez. Es que nada es reprochable a los ojos de su amor enfermo con tal de obtener el triunfo profesional de su amiga y la posibilidad de retenerla despóticamente a su lado.

Coqueteos sutiles, roces ambiguos, la intimidad del desayuno luego de compartir sábanas o un baño de inmersión son muestra de una relación bien puntuada, discreta e interpretada sin desbordes por las magistrales Béart y Bussières. También vale la pena destacar la iluminación bien templada de Agnès Godard, las escenografías de vanguardia de las puestas teatrales y el retrato acotado pero apropiado del mundo de las bambalinas: el director joven y ambicioso, el viejo régisseur de renombre, la actriz madura condenada a la soledad, los actores eternamente secundarios.

La historia de la víctima que se vuelve verdugo no es tema menor y abordarlo es siempre un desafío. No obstante, la obsesión que culmina en el flirteo de Louise (absolutamente prescindible, por cierto) con la muerte de su querida, su matrimonio de cotillón y el final en el que, sin solución de continuidad, la vemos pasearse en camioneta con la ex pareja de Nathalie nos dejan una incómoda sensación de desconcierto.

Débora Vázquez      


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