Producido por Arte
France y Canal + y exhibido por este último en la televisión francesa, este
documental dirigido por Marie-Monique Robin permite extraer algunas
conclusiones importantes.
La
primera es que Escuadrones de la muerte: la escuela francesa se
diferencia del documental más exitoso del año, Fahrenheit 9/11,
dirigido por Michael Moore. Mientras en la película sobre la era Bush y la
guerra de Irak la ideología es patente y el mensaje transparente, sin
intención de provocar una reflexión en el espectador, este film sobre las
relaciones entre las ultimas dictaduras latinoamericanas y el gobierno
francés desarrolla un estilo seco, crudo, y en vez de tomar una posición
–consciente de que no
lo necesita–
deja esa tarea a cargo del propio espectador.
La
segunda es que Robin, mediante un conciso guión y una hábil edición (fruto
del trabajo de Françoise Boulegue), consigue incluir un denso compilado de
información en menos de una hora, que incluye el asesoramiento francés en
las tácticas de represión y tortura durante la dictadura, el diseño del Plan
Cóndor (que estableció lamentables lazos entre los servicios secretos como
la DINA y la SIDE, permitiendo el aniquilamiento de numerosos enemigos de
las dictaduras) y la similitud de los métodos usados en las guerras de
Argelia e Indochina, en los cincuenta, con los implementados aquí en los
setenta.
Pruebas,
diálogos insólitos con los genocidas latinoamericanos y "asesores" del resto
del mundo que, creyendo ingenuamente hablar con una historiadora de derecha,
se descargan y exponen en toda su magnitud, van diseñando un mapa del horror
y la hipocresía, dejando también en claro que en lo que se refiere a los
años de plomo todavía queda mucha tela por cortar.
Lo
llamativo es que muchos de los defectos de Escuadrones de la muerte
parten de sus principales virtudes. Por una parte, su corta duración,
adaptada a los requerimientos televisivos más que a los cinematográficos (se
nota claramente que quedaron muchísimas horas y material en la mesa de
edición), priva a la película de un análisis más completo. Por otra, su
apego a una estética elemental le quita la innovación que han aportado otros
documentales de fuerte contenido político, como Millhouse: A White Comedy
y Point Of Order, de Emile De Antonio, films exhibidos en el último
BAFICI.
Una de
las más tremendas conclusiones que aporta Escuadrones de la muerte es
que, como señaló el periodista Horacio Verbitsky en un debate posterior a la
exhibición del film (en el que también estuvo la directora Robin), la
dictadura asesina de Videla, Massera y compañía se sirvió de dos países para
encarar la lucha "antisubversiva". En primer lugar, de Estados Unidos, que
aportó el marco ideológico a nivel exterior, signado por la protección de
Occidente frente a la "invasión comunista" proveniente de La Unión Soviética
y China, con Cuba como referente latinoamericano, en plena Guerra Fría. En
segundo lugar, de Francia, que a nivel interior brindó la capacitación y el
entrenamiento para combatir a los "subversivos", posibilitando la página más
negra de la historia latinoamericana contemporánea.
Escuadrones de la muerte
es un film duro, sin vueltas, pero que concientiza al espectador sin
necesidad de declamaciones ni estridencias. Le basta con la convicción
mostrada a lo largo del relato.
Rodrigo Seijas
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