Adam Shankman, meritorio coreógrafo de
baile (Anastasia, The Flintstones), debuta en este film romántico
que de danza tiene muy pocas escenas (incluida una de tango) pero sí
tiene, como apuesta segura, a la poco dúctil actriz de Jennifer López,
la bomba latina par excellence de la industria. Y con esa propuesta
nos invita a una soporífera y previsible historia centrada en otra
industria que es la de la organización de casamientos a gran escala, con
la arrogante pretensión de homenajear a las clásicas comedias románticas
interpretadas por duplas como Katherine Hepburn y Spencer Tracy, o
Rosalind Russell y Cary Grant. Sólo que el romanticismo se queda en
frases demagógicas y adivinables hasta el cansancio, que la pareja
estelar repite como si fueran verdades nunca antes dichas. Uf.
La vida de Mary se reduce a lo que le dicta su rutinaria agenda para
cumplir al pie de la letra con la organización de bodas para la empresa
de San Francisco en la que trabaja. Sus días alternan la elección de
faraónicos y versacescos lugares para las fiestas de sus clientes
(todas parejas "bien"), la coordinación del evento como una
maquinaria de relojería (desde convencer a novias dudosas con machetes de
memoria a ir a buscar al padrino que no se resigna a entregar a su hijita)
y la asistencia a cada uno de esos casamientos como sufrida celestina a la
que nunca le salen las cosas bien en su propia historia.
Todo marcha como siempre hasta que una cuenta jugosa se cruza en su
camino. Nada menos que una exitosa empresaria de Internet, Fran Donolly
(Bridgette Wilson-Sampras) está a punto de dar el sí y elige a Mary como
la principal organizadora de su boda. Pero nuestra heroína latina tiene
un accidente tan cómico como patético: al cruzar la calle es atropellada
por un contenedor de basura. Quien la asiste es un apuesto joven que corre
a sus brazos para quedar sobre ella hipnotizado mientras le pregunta cómo
se siente. El mesías en cuestión es el pediatra Steve Edison (Matthew
McConaughey), quien no sólo la deja enamorada a primera vista sino que se
anima a acompañarla a un parque de diversiones, a mirar peliculas de amor
al aire libre y a compartir un clásico baile bajo las estrellas. Hasta
que la lluvia, claro, termina con la escena justo cuando estaban por
besarse.
Al día siguiente Mary está entusiasmada y se lo cuenta a sus
organizadas compañeras de labores románticas en la empresa. Pero el
balde de agua fría llega cuando se entera que quién la rescató en medio
de la calle es el prometido de Fran Donolly. Así es que en plena sesión
de baile para los futuros casados la frívola de Fran le presenta al doc
como su pretendiente. Miradas van y vienen y, tango de por medio, Mary lo
trata poco menos que como un bastardo. Y como no quiere perder la cuenta más
importante de su vida, gracias a la cual podría llegar a convertirse en
socia de su jefa, se dice a sí misma que después de todo "es un
casamiento más".
Las cosas empiezan a complicarse por varias puntas: con la organización
de la fiesta, con un paseo sobre caballo que se desboca, con el padre de
la protagonista, que la quiere casar con un italiano infantiloide.
Cualquiera puede imaginar lo que sucederá cuando llegue el momento
crucial de las respectivas bodas.
Una típica y aburrida historia Disney de la que ninguno de los intérpretes
sale airoso. Un insondable manantial de lugares comunes, desde el primer
fotograma hasta el happy ending. Un film en el que nada sorprende:
ni esos diálogos que se pretenden cómicos en momentos de tensión, y no
llegan ni a la cosquilla, ni las revelaciones amorosas que, ellas sí,
despiertan algunas risas. Y por si algún extasiado caballero guarda
alguna duda, sepa que a la López no se ve una sola curva.