Mientras John Carpenter siga 
    haciendo películas, el western no sólo no va a desaparecer, sino que seguirá 
    produciendo títulos interesantes. La influencia de Howard Hawks, 
    especialmente el de Rio Bravo, atraviesa toda su filmografía. 
    Fantasmas de Marte es, por un lado, un homenaje a Rio Bravo, y 
    por otro –o por el mismo–, una revisión de la propia filmografía de 
    Carpenter.Es el futuro. La humanidad, ahora regida en su mayoría por 
    mujeres, ha conquistado Marte. Un pequeño grupo de policías debe recoger y 
    trasladar al temible prisionero "Desolación" Williams, desde un pueblito 
    minero hasta la mayor ciudad del planeta rojo. Cuando el tren los deja en el 
    pueblo se encuentran con una población masacrada y mutilada con muy pocos 
    sobrevivientes, algunos sufriendo extraños trances. Pronto descubrirán que 
    están poseídos por fantasmas marcianos que quieren recuperar su planeta.
    La capacidad de Carpenter para crear climas terroríficos, dosificar la 
    información y lograr una narración tan compleja como ágil... es ilimitada. 
    Aquí arremete con una catarata de flashbacks increíblemente claros y sin 
    reiteración alguna, intercalando los diferentes puntos de vista de los 
    personajes para relatar la historia.
    Desde las primeras imágenes, Rio Bravo hace su aparición. La 
    película de Hawks, una de las obras cumbres del western, contaba la historia 
    de un sheriff que, con la sola ayuda de un borracho y un cojo, debía 
    custodiar a un prisionero y defender al pueblo de la llegada de la parentela 
    del criminal, quien contaba con muchos más hombres y armas. La 
    representación del pueblo consistía en una calle por la que desfilaban los 
    personajes de un lado al otro, y sobre la que se ubicaban todos los 
    escenarios interiores del film, a excepción del correspondiente al 
    desenlace. En Fantasmas de Marte el pueblo está estructurado de la 
    misma manera: en una cuadra están la cárcel, el bar, la estación, etc. 
    También los policias son pocos, aunque aquí se unan a los ladrones para 
    sobrevivir.
    El futuro marciano es en realidad el pasado, la conquista del Oeste 
    trasladada al planeta rojo, lugar que aquí presenta notorias similitudes 
    climáticas. Los hombres poseídos por fantasmas poco a poco se transforman en 
    temibles indios que se incrustan metales en la cara y corren a grito pelado 
    en un lenguaje ininteligible. El tren sigue siendo el medio de transporte 
    principal. Los protagonistas tienen el carisma de los personajes hawksianos 
    y las mujeres son tanto o más fuertes que los hombres: pelean con todo, 
    evidencian sus deseos sexuales, hasta tienen el poder. Incluso la estrategia 
    de batalla recuerda aquella época: un primer batallón dispara hasta agotar 
    municiones, y un segundo grupo lo suplanta mientras el primero recarga.
    La inclusión de la droga en la historia es otro de los puntos 
    interesantes: por un lado deja absolutamente tarado a uno de los 
    secundarios; por el otro le permite a la protagonista evitar la intrusión de 
    un fantasma en su cuerpo.
    La yapa son las interminables autocitas que atraviesan el largometraje.
    Fantasmas de Marte, pese a tener vuelo propio, también es una 
    recopilación de ideas provenientes de cada uno de los films de Carpenter. Si 
    tenemos en cuenta que al final de su carrera Hawks se dedicó a realizar dos 
    remakes de Rio Bravo (El Dorado y Río Lobo), el 
    homenaje es total.
    Que los espectadores argentinos tengan que ver en video, y no en pantalla 
    grande, otra joya de uno de los mejores directores vivos del cine americano, 
    forma parte de un panorama desalentador. Más si consideramos que Carpenter 
    filma con dos mangos, lo que ubica a Fantasmas de Marte como una 
    clase magistral del cine que podría hacerse en este país. Otro golpe a la 
    educación, en este caso cinematográfica.