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HULK
(The Hulk)

Estados Unidos, 2003


Dirigida por Ang Lee, con Eric Bana, Jennifer Connelly, Sam Elliott, Josh Lucas, Nick Nolte, Brooke Langton, Sasha Barrese.



Continúan las adaptaciones de los comics del sello Marvel y de las historias pergeñadas por Stan Lee. A X-Men, Daredevil y El hombre araña se suma ahora Hulk, en la que posiblemente sea la versión más arriesgada de todas.

El director de esta película es Ang Lee, quien logró éxito y prestigio con la épica de artes marciales aquí conocida como El tigre y el dragón. Y esto es importante, ya que pocos cineastas se hubieran permitido experimentar tan libremente con la historia de Bruce Banner (Eric Bana), el científico que a partir de una exposición accidental a rayos gamma comenzará a sentir una presencia extraña y peligrosa –pero al mismo tiempo muy atractiva– dentro suyo, que saldrá a la luz, con toda su magnitud, en los momentos en que libere una furia contenida durante muchos años. Una furia que tiene origen en los genes que le transmitió su padre (Nick Nolte) en virtud de un experimento, y que sólo el amor de Betty Ross (Jennifer Connelly) puede contener.

Ang Lee se toma su tiempo para resolver el relato. Más de dos horas, de las cuales casi una está dedicada a explicar la relación entre Bruce y Betty y a hacer lugar a la figura del padre para sacar a luz tramos de la vida de Bruce que él mismo había olvidado, hasta llegar a la transformación del protagonista en ese Hulk hecho completamente por computadoras, y que irá creciendo hasta alcanzar los 4,5 metros. Una criatura que, además, puede dar saltos espectaculares y hacer atroces ostentaciones de fuerza. Pero eso no parece ser tan importante para el director, quien filma esta película como si fuera un melodrama con ecos de las tragedias griegas y de películas como King Kong, Frankenstein y La Bella y la Bestia.

Es por eso que las secuencias de acción en las que Hulk se enfrenta con el ejército (decidido a utilizarlo como arma bélica) constituyen pasajes forzados y hasta molestos dentro de la trama, destinados nada más que a complacer al público ávido de escenas espectaculares. Al igual que el monstruo, que se dedica a revolear tanques, helicópteros y aviones con pasmosa facilidad, la historia hace lo mismo con estos pasajes adrenalínicos, que afortunadamente duran muy poco. El realizador taiwanés (como el guión de James Schamus) prefiere volver enseguida a lo que más le interesa, es decir a la historia de amor frustrado entre Bruce y Betty, las conflictivas relaciones que ambos mantienen con sus respectivos padres, el intento de experimentación por parte del ejército, la simpatía que siente Bruce hacia ese ente que lleva dentro y el sufrimiento que padece por ser distinto a los demás. Apela también a numerosos recursos narrativos y visuales, como la split screen (pantalla dividida), para contar una historia distinta a la que ofrecen casi todos los tanques cinematográficos estadounidenses.

Esto no quiere decir que Hulk sea un gran film, pues todas esas piezas no terminan de encajar del todo. Ninguna de las subtramas que se nos proponen acaba de desarrollarse correctamente, y da la impresión de ser un film muy largo y muy corto al mismo tiempo. Pero esto no sepulta el interés y la ambición persiste como la mejor arma de Hulk. Debido al éxito que obtuvo en Estados Unidos, ya hay planes para una secuela también dirigida por Ang Lee. Ojalá permita incrementar la credibilidad de la criatura verde, que todavía debe atravesar unas cuantas etapas de experimentación.

Rodrigo Seijas      

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