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KUNG-FUSION
(Kung Fu Hustle)

Hong Kong-China, 2004


Dirigida por Stephen Chow, con Yuen Wah, Leung Siu Lung, Dong Zhi Hua, Chiu Chi Ling, Xing Yu
.



Es más fácil atacar y denostar una película como Kung-Fusión que defenderla, o hacer más hincapié en sus defectos que en sus virtudes. Pero la nueva película dirigida por el comediante Stephen Chow –responsable también de Shaolin Soccer, que combina las artes marciales con el fútbol y la religión, en un particular pastiche– permite enhebrar ciertas reflexiones sobre los vínculos entre diferentes géneros y lo que vemos (o nos dejan ver) en mercados cinematográficos como la Argentina.

En la China pre-revolucionaria, la salvaje Pandilla Axe domina la ciudad. Sing, un ladrón torpe y de poca monta, y su gordo amigo intentarán unírseles, tratando de obtener la admisión al núcleo mafioso. Es por eso que se internan en un barrio pobre, tratando de intimidar a sus habitantes. Mala idea. Pronto se desatará una lucha sin cuartel entre la pandilla y los miembros de este pobre barrio, que resulta que alberga varios legendarios guerreros retirados, que se verán obligados a volver a las andadas, confrontando con asesinos profesionales de toda clase.

Es aquí donde el film de Stephen Chow empieza a establecer distintos lazos. Por un lado, con las películas de superhéroes, pero no en lo que se refiere a los superpoderes, sino más bien en cierto deseo de dejar esa vida agitada e irse a un lugar tranquilo a vivir una vida común y corriente, dominada sólo por preocupaciones ordinarias. Esto es lo que quieren hacer los guerreros del barrio, que lo que menos desean es hacerse cargo de resolver los problemas que se avecinan.

Por otro lado, con los dibujos animados "marca ACME", donde los cuerpos se estrellan, doblan y adoptan posturas de toda clase. Las peleas dejan de lado el tono ceremonioso de films como El tigre y el dragón o La casa de las dagas voladoras, apostando en cambio a un espíritu infantil y a la fantasía más desatada, con luchadores capaces de desarrollar técnicas y golpes que, por ridículos, no dejan de ser divertidos. Por momentos, el espectador asiste a una versión en carne y hueso de Dragon Ball o Los caballeros del Zodíaco.

Sin embargo, Kung-Fusión redunda en citas y homenajes de todo tipo a películas como Los intocables, The Blues Brothers, El resplandor o Matrix, cayendo en muchos casos en el chiste fácil, perdiendo vuelo propio. Porque cuando vuelve a combinar las artes marciales con los dibujos animados, las historias de superhéroes y el humor absurdo, remonta rápidamente y se vuelve mucho más fresca y vital.

Aun con sus fallas, Kung-Fusión sigue siendo un título valioso y el que la estrene una distribuidora grande como Columbia permite abrir ciertas discusiones e interrogantes acerca de la atención que se le proporciona al cine oriental por estas latitudes. ¿No cabía estrenar también Shaolin Soccer, del mismo director, en vez de mandarla directo a video? ¿Por qué corrió esa misma suerte el notable policial Infernal Affairs, con estrellas como Tony Leung y Andy Lau? ¿No deberían haberse estrenado más adecuadamente dos excelentes films de terror como Audition, de Takashi Miike, y Dark Water, de Hideo Nakata? Films de acción espectaculares, como Fulltime Killers y Breaking News, ambos de Johnny To, ¿no merecen una oportunidad? Y si se estrena Oldboy, de Park Chan Wook, ¿por qué no Sympathy for Mr. Vengeance, del mismo director? Preguntas que todavía aguardan respuesta. Mientras, el rico cine oriental sigue buscando su lugar.

Rodrigo Seijas      


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