Robert Redford nos trae otra de sus películas
melodramáticas y sensibleras. Si a eso le sumamos que tiene todos los
elementos de las épicas yanquis con héroes tristes que resucitan en un
abrir y cerrar de ojos –se lo deben a la Nación, dirán– es más de
lo que cualquiera puede llegar a soportar. Y si no se sabe de golf peor,
porque de los veinte minutos para adelante, todo parece un interminable
partido televisado. Las únicas inflexiones en el relato (que es más bien
una monótona meseta) sólo se producen cuando los tiros van a parar fuera
de la cancha.
La historia la cuenta el viejo Hardey, quien vivió en carne propia, de
pequeño, al decir de todo el condado el partido de golf más emocionante
que haya visto el pueblo de Savannah, en Georgia. Junnus (Matt Damon) era
un joven exitoso en el arte de clavar pelotas en los hoyos y la población
de Savannah lo tenía como el gran héroe. Nadie puede olvidar aquel
último juego del niño maravilla en que uno de sus tiros se convirtió en
un récord insuperable. Pero el sueño americano se le termina cuando lo
convocan para la guerra. A la vuelta, todo el mundo habla del
"swing" perdido de Junnus. Sólo se dedica a emborracharse en
tabernas de mala muerte hasta que un día la segunda oportunidad de
reivindicarse y sacarse el traje de loser toca a su puerta. Allí
está el pequeño Hardey incitándolo a que se presente al torneo que se
realizará en el pueblo con la llegada de dos de los más importantes
jugadores del momento. No sólo el niño hace lo que puede, sino que hasta
su ex novia Adele (Charlize Theron), que ha quedado cual Penélope
tejiendo mientras él estaba en el frente, intenta entregarle su cuerpo a
cambio de que de batalla a los dos Tiger Wood que tienen en su cuenta
decenas de torneos ganados.
El dudoso de Junnus recoge el guante. Desde ese momento se entrenará
empuñando sus antiguos palos, intentando recuperar el "swing"
que lo hizo famoso en 1916. Ahí juega su papel el fantasmágorico y
enigmático Bagger Vance (Will Smith), quien sabe a una leyenda del golf
de otra época o a un ángel guardián. Será su caddie y lo acompañará
con seguridad.
Los días del gran juego son toda una revolución para los habitantes
de Savannah que quieren triunfar junto al empuñe mágico de Junnus... y
pura convención en términos cinematográficos. La cosa no se hace
fácil. Sus dos contrincantes son profesionales en ejercicio y demuestran
precisión y valentía. Junnus tirará demasiadas veces la pelota fuera de
la cancha para amargura de todo el vecindario vestido de gala. Obviamente,
habrá que ver quién es el que ríe último, no sin antes palpitar todos
esos planos y contraplanos del hoyo, la cara del jugador, los vecinos, el
cielo.
Otra versión (y van... ) del sueño americano realizado, que exaspera como
cada vez que la pelota cae en el agua o en medio del bosque. Que Damon
practicó y practicó para jugar verosímil, lo sabemos. Por lo menos él
ahora ya domina el arte del golf.