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LO MEJOR DE NOSOTROS
(Musime Si Pomahat)

Checoslovaquia, 2000


Dirigida por Jan Hrebejk, con Boleslav Polivka, Jaroslav Dusek, Anna Siskova, Csongor Kassai, Jiri Kodet, Jiri Pecha, Simona Stasova, Richard Tesarik
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Tras el éxito de El pianista, las distribuidoras han decidido exhumar ciertas películas sobre el tema del Holocausto que tenían pendiente su estreno. Suponemos que esa es la razón por la cual Lo mejor de nosotros, film checo candidato al Oscar, puede verse finalmente en Buenos Aires, aunque es poco lo que agrega al tema, y atrasa unos cuantos años.

Este film trata sobre las circunstancias que marcan el destino de los individuos en una situación límite, y habla de la solidaridad y la amistad en medio de los condicionamientos que la ocupación nazi imponía a los habitantes de un pueblo checo. Se trata de la consabida historia del ocultamiento de un judío en un ropero, o más precisamente, en el cubículo que éste oculta. La pareja que protege al único sobreviviente de la que fuera poderosa familia judía local vive la amenaza constante de un colaboracionista, y para tenerlo de su lado, aceptan trabajar con él. Al hacerlo, se ponen en su contra a los vecinos, que encarnan la resistencia. Narrativamente, el film presenta los episodios de suspenso clásicos en toda película de ocultamientos y refugiados, con la salvedad de que se las ingenia para transitar situaciones de alto riesgo y peligro de muerte con una buena cuota de humor y sarcasmo, logrando una suerte de comedia negra que constituye el mejor aspecto del film. De esta manera, la película de Jan Hrebejk se inscribe en la tradición del cine checo de los años ´60, cuando Jiri Menzel o Milos Forman tomaban con liviandad y humor absurdo ciertos aspectos graves de la vida. Volviendo a la historia, a medida que las cosas van poniéndose difíciles para la pareja y su protegido, se produce una vuelta de tuerca que nada ayuda a mejorar la narración. Basta saber que los protagonistas se llaman José y María y necesitan un hijo para salvarse.

Para colmo, en los momentos de acción y de fantasía hay un juego con la cámara en ralenti, que resulta en una imagen borrosa, retardada, de dudosa funcionalidad, que enturbia la visión del film. Una elección estética sin sentido. La película puede ser además ideológicamente peligrosa: si bien alude a la relatividad de la culpa y a las contradicciones que brotan de una vida amenazada, y se niega a clasificar a los personajes en categorías cerradas de héroes, víctimas o victimarios, al final de la guerra se urde una artimaña para salvar a ese amigo que antes olió el aroma del poder y hoy ha caído en desgracia. Algo así como “todos somos culpables”, o justificar en nombre de la amistad toda complicidad con quienes mataron más de 200 mil judíos checos. Resulta inevitable relacionarlo con nuestra historia reciente.

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Sigue siendo un misterio (generalmente bochornoso) el criterio de estrenos de las distribuidoras argentinas. Cada vez son menos las películas que podemos ver al margen de las grandes subsidiarias hollywoodenses: Fox, Warner, UIP, Columbia, Disney. Ellas son las que digitan el plan de estrenos del año. Afortunadamente, contamos con dos festivales internacionales que nos permiten asomarnos a cinematografías diferentes, y tenemos la oportunidad de que, en dichos ámbitos, algunos films cuyos orígenes no pasan por los Estados Unidos (ni sus parámetros estéticos por los dominantes) puedan ser vistos dos o tres veces, pero nunca más. A menos que una distribuidora independiente se arriesgue a la aventura de comprar un film y exhibirlo. Este es más o menos el caso actual. Es una lástima que aún estén en la incógnita películas maravillosas que pudimos ver el mes pasado en el V Festival de Cine Independiente, de procedencias diversas: chinas, como la espléndida Springrtime In A Little Town, e incluso ¿Qué hora es allí?, vista únicamente en el Festival de 2002; coreanas como Oasis, o belgas como El hijo y Un pedazo de cielo.  Lástima, también, que esta vez la elección recayó en un film cuyos valores no están a la altura de tantos que esperan su turno, tal vez vanamente.

Josefina Sartora      


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