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LA
MANDOLINA DEL CAPITAN CORELLI
(Captain Corelli's Mandolin)
USA-Inglaterra,
2001 |
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Dirigida por John Madden, con Nicolas Cage, Penélope Cruz, John
Hurt, Christian Bale, David Morrissey, Irene Papas.
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En 1940 las costas griegas de la paradisíaca Cefalonia (una islita alejada
del mundanal ruido) no pueden permanecer ajenas a la Guerra que pelea
Europa. Pero los griegos enfrentan un enemigo diferente: las tropas
fascistas de Mussolini encabezadas por el simpático Capitán Corelli. Un
italiano de pura cepa, amante de la ópera y poco acostumbrado a las armas.
Durante su estancia en la isla se empeñará en enseñarle canto lírico a Weber
(el rechoncho y tímido oficial alemán que supervisa las actividades de sus
"aliados") y muy especialmente se dedicará con ahínco a conquistar el
palpitante corazón de Pelagia. Ella, hija única del médico pueblerino (John
Hurt), se casó un poco antes de la guerra con Mandras, un campestre muchacho
analfabeto que preside la módica resistencia partisana contra los
invasores... y por lo tanto nunca tiene mucho tiempo para dedicarse a su
amada, corporizada en la sufrida Penélope Cruz. Curiosamente, y aparte de
Tom Cruise y Alejandro Amenábar, Cruz tiene algo más en común con Nicole
Kidman: ambas son tan indiscutiblemente bellas que a veces cuesta discernir
si liberan un ángel especial en pantalla o realmente saben actuar. En
cualquier caso, debe reconocérseles su predisposición a perder el glamour
cuando las circunstancias lo requieren y la capacidad de mantener el peso de
un film sobre sus espaldas.El capitán del título esta personificado por
Nicolas Cage, quien siempre ha intentado ser tan versátil como esos grandes
actores del Hollywood mas clásico. Su postura y su rostro lo habilitan tanto
para ser un héroe desorientado como un hombre común, y de vez en cuando
demuestra buen gusto para elegir proyectos interesantes. Claro que el señor
Cage también es muchas veces víctima de un mal que aqueja a la mayoría de
los actores galardonados con el Oscar en los últimos años. Tras recibir la
dorada estatuilla quieren demostrar cuán dignos siguen siendo y la mejor
manera de probarlo –para ellos– es sobreactuar hasta agotarnos. Acá no.
Justamente, un gran logro de La mandolina del capitán Corelli es
mantener equilibradas todas las actuaciones, incluyendo al mencionado Cage
que se muestra medido y contenido. Menos mal, porque la atmósfera de este
relato no admite excesos gesticulatorios.
Para esta película les aconsejo la compañía de alguna tía entrada en años
o una amiga de llanto fácil, quienes seguramente coincidirán en estar frente
a una historia para enamorarse y sufrir, mucho menos lacrimógena de lo que
uno esperaría y (mas allá de un perezoso comienzo) nada soporífera. A pesar
de no postularse como el cuento de hadas definitivo planteado por James
Cameron en Titanic, sí podemos encontrar ciertas similitudes: un
triángulo amoroso destinado al fracaso, un hecho histórico trágico,
inevitable, y el protagonismo absoluto de una joven mujer con carácter.
Otro tema interesante, dibujado en gran parte de esta odisea, se
concentra en el despertar al horror. Weber, Mandras y finalmente Corelli son
algo así como las distintas etapas de una pubertad condenada a corromperse
en una guerra omnipresente. El primero es un niño retraído que busca
integrarse a una sociedad que lo mira con desconfianza, el otro es un mocoso
irresponsable que sufre en carne propia los horrores de su patria. Y Corelli
es el pibe dicharachero que saca partido de cualquier situación y nunca se
hace cargo de las macanas propias o ajenas, porque no le importan hasta que
su hedonismo y objetivos personales se ven truncados por obligaciones
dictadas a distancia.
Mientras Cameron lograba aislar todo referente histórico para desarrollar
a sus anchas un desbocado melodrama de tinte adolescente, La mandolina
del capitán Corelli busca conectarse con un público adulto, intentado
balancear los realismos pintorescos con las cláusulas románticas. Y en ese
debate se colarán ciertas convenciones, traducidas en una demorada y
demasiado anticipada resolución. Porque, al igual que en Inteligencia
artificial, se suceden varios finales consecutivos que en este caso
rompen gran parte del encanto. Básicamente por su urgencia en condensarlo
todo: la guerra, el amor, la amistad y la traición.
Gabriel Alvarez
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