Hace poco más de un año, en un
festival, tuve ocasión de ver esta comedia negra dirigida,
escrita, producida y protagonizada por un mismo hombre: el
holandés Alex Van Warmerdam.
El se hace cargo de
Brandt, un campesino analfabeto que vive con su esposa
(Annet Malherbe),
una mujer muy gorda y de modales brutos. La peripecia se esboza cuando
Brandt contrata a una maestra para que le enseñe a escribir. Esta
hermosa muchacha
(Ariane Schluter) tiene
todo lo que le falta a su esposa (más aun:
¡carece de todo lo que le sobra!) y Brandt no tarda en mostrarse atraído.
Hete
que a la gorda, al tanto de la situación, se le ocurre proponerle a su
marido la siguiente farsa: simular que no son cónyuges sino hermanos,
para que él concrete un amorío con la maestra... hasta que se le pasen
las ganas. Claro
que suena ridículo, pero es una comedia y está llevada con bastante
gracia. El personaje de Warmerdam
es de lo más
simpático y porta una
tosquedad muy fresca que tiene algo de la criatura que Bruno S. compuso
para El enigma de Kaspar Hauser (Werner Herzog, 1974). Las
dos actrices
lo acompañan sin desafinar.
Eso
sí: la película se hace
un poquito
larga (aunque dura
poco más de los 90
minutos
reglamentarios)
porque
el costado negro, que no es tan efectivo como el
cómico, empieza a tornarse siniestro y termina obturando las risas
casi por completo.
Guillermo Ravaschino |