Hugh Grant es un tipo muy simpático. Su gracia se impone fácilmente cada vez que su
inocultable aire británico resulta abochornado por alguna situación absurda (pagaría
cien dólares por ver la cara que puso cuando la policía de Los Angeles lo pilló in
fraganti con Divine Brown). Hughie también es un muy buen actor. Ha hecho este mismo
personaje media docena de veces antes de Mickey ojos azules, y todavía puede
afirmarse que cada vez le sale mejor. James Caan es otro. Resulta imposible que alguien
que haya visto El padrino olvide a ese Sonny Corleone que tan redondamente supo
componer. Los suyos, claro, mayormente han sido roles rudos. El casting de Mickey
ojos azules en todo caso tuvo el tino de combinar ese perfil con otro, algo más
tierno y acaso también más acorde con su edad. Grant y Caan son lo mejor de este film
dirigido por Kelly Makin.Hugh hace a Michael
Felgate, un señorito inglés que se desempeña como subastador en una elegante casa de
remates. Sus problemas empiezan la noche en que le propone matrimonio a Gina (bellísima
Jeanne Tripplehorn), hija del personaje que interpreta Caan. Este es Frank Vitale, dueño
de una pequeña trattoria que congrega a un compacto seleccionado de mafiosos
neoyorquinos. Ahí para Vito Graziosi (Burt Young), un veterano esmirriado y con
anteojos culo-de-botella que rememora a Jean-Luc Godard. El nombre no es casualidad: Vito,
en ese clan, es una especie de Padrino (como Vito Corleone, claro). El boliche también es
frecuentado por su hijo, que además de cultivar el gangsterismo se dedica a pintar unos
óleos de lo más insólitos, en los que combina motivos cristianos con ametralladoras,
chorros de sangre y otros emblemas de la iconografía mafiosa. Hay varios más. Todos,
incluyendo al propio Frank, cargan un arma en la cintura y forman una famiglia no
necesariamente unida por la sangre. Estamos en presencia de una comedia mitad romántica,
mitad satírica de los films de gángsters. En beneficio de todos estos personajes hay que
decir que tienen más pasta de mafiosos que los que pueblan a la mayor parte de los
thrillers serios...
El guión en su conjunto es mucho menos consistente
que las actuaciones, y algo menos que los personajes. Sépase que Gina en un principio
rechaza la proposición matrimonial. No es que no ame a Michael, sino que teme que al
conocer a su familia, el señorito inglés caiga en medio de los tejes y manejes de la
mafia, y se le contagien. El nombre que lleva aquí Hugh Grant tampoco es casual. En
Michael renace la inocencia de ese otro Michael, la oveja blanca de los Corleone
que ya sabemos cómo terminó. Pues bien, Michael insiste, Gina lo quiere y no tarda en aflojar.
Por supuesto que todos sus temores se harán realidad.
No cuento más. Las líneas generales del desarrollo
de Mickey ojos azules son bastante previsibles. Pero la letra chica del
guión es generosa. Ofrece buenos, y hasta nuevos chistes, lo que no es decir poco
tratándose de una de estas comedias. Hay que ver cuando Michael, en plena segunda
"cita" con sus futuros parientes políticos, activa involuntariamente el Play de
su agenda de voz, en la que grabó: "Tengo que alquilar Buenos muchachos, El
padrino, Casino...".
Y hay que destacar el muy buen uso de un recurso
poco habitual: las elipsis y el espacio off como motor de los gags. Ejemplo:
tiempo después de hacerle un "favorcito" al Don, Michael comprueba que los
encargados de llevar los cuadros al remate llegan a horario por primera vez en la
historia. Es muy cómico.
Grant haciéndose el mafioso, también.
Guillermo Ravaschino
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