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MONOBLOC

Argentina, 2004


Dirigida por Luis Ortega, con Graciela Borges, Rita Cortese, Carolina Fal, Evangelina Salazar.



A esta película de Luis Ortega la habíamos visto y criticado en festivales: Josefina Sartora la abordó en Bafici, Guillermo Ravaschino unos meses más tarde, en Pantalla Pinamar; ambos del 2005. Ahora, que Monobloc se estrena con casi dos años de retraso, les ofrecemos nuevamente, y en el mismo orden, lo que ellos dijeron del film.

Dijo Josefina Sartora:

Otra propuesta audaz, si bien no del todo lograda. Presenta un mundo cerrado de tres mujeres –madre, hija y madrina– en el que cada una depende obsesivamente de otra. Ortega (y su guionista y actriz, Carolina Fal) crean un film de registro absolutamente teatral, dejando de lado cualquier naturalismo. Cielos naranjas, decorados como telones, y una interpretación hierática que genera un distanciamiento brechtiano de –en este caso– difícil digestión. Como en Caja negra, cuyo estreno celebramos en su momento, los cuerpos cobran un valor preponderante, con el agregado de la enfermedad, el dolor y una sexualidad mecánica. Una obra con muchas limitaciones, de difícil acceso, que se niega a las explicaciones, y de la cual puede decirse que no llega a constituir un film. Sí tenemos que saludar el sorprendentemente digno retorno de Evangelina Salazar.


Dijo Guillermo Ravaschino:

En dos departamentos de un monobloc espectral (nadie más parece poblarlo), tres mujeres, más que vivir, parecen esperar la muerte. Pero viven. La soledad, la alienación, la prostitución y el desempleo son temas que se filtran, que están ahí. Pero lo están muy sutilmente, o indirectamente, aunque por momentos parezcan ocupar el primer plano. Es que el segundo largometraje de Luis Ortega está impregnado de un clima muy intenso que lo atraviesa de principio a fin. Una intensidad opresiva, agobiada y agobiante, en la que confluyen minuciosos trabajos de escenografía, fotografía y sonido. El permanente rumor de una tormenta en ciernes, o de un avión lejano, o el eco aun más distante de cierta bomba atómica (o todas esas cosas a la vez) son el sustrato audible de la acción. Un afuera en tonos rojos ominosos, de un hervor revuelto y surrealista (suerte de mezcla del Infierno con la nebulosa Solaris de la película homónima), acaso explique en parte el aislamiento de las protagonistas. Carolina Fal, Graciela Borges y Rita Cortese también lucen espectrales, terminales. Un film que pega, y eso ya lo justifica. También vale preguntarse si el mentado clima, en más de un momento, no está por encima del relato.


A
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