Este bodrio es tan opaco y deslucido que no hace
una semana que lo vi y ya me cuesta rememorar sus características puntuales. El esquema
es el siguiente: drama moqueante (en la ocasión con más golpes bajos que de costumbre)
enmarcado por los majestuosos planos generales del Africa. Los planos generales están
más o menos bien, aunque en ningún caso superan la calidad fotográfica ¡ni
poética! de la mayor parte de los documentales que pueblan la programación de los
canales de cable.
La acción se pone en marcha (es un
decir) en los más elegantes decorados que la producción supo conseguir en Venecia, que
son el marco para que un galán en alza (Vincent Perez, visto en El tiempo recobrado)
le proponga matrimonio a una diva en baja (Kim Basinger, ya muy lejos de Nueve semanas
y media). Se casan y se van al Africa. Al compás de la proverbial fotogenia del
continente negro, y por momentos inundada por ella, lo que resta de la película expone el
calvario de esta buena señora en esas rudas pampas. Ya sobre el desenlace, diligentes
cartelones a pantalla completa nos harán saber que Pasión por Africa se apoya
en la historia real que una mujer de carne y hueso, Kuki Gallmann, vivió en Kenya un
cuarto de siglo atrás. Lo que uno se pregunta es: ¿pudo haber sido tan cursi la vida de
esa pobre alma? Y en todo caso: ¿no se podría haber elegido cualquier otra vida, menos
parecida a tantos y tan espantosos films?
En rigor de verdad, esta Kuki
Gallmann no hace nada demasiado nuevo en Africa, como no sea regentear el rancho (tiene a
un par de negros serviciales a sus órdenes) y soportar las demasiado frecuentes
excursiones de caza emprendidas por su marido y sus amigotes, que la dejan sola y penando
bajo la sombra del techo de paja. No pasa mucho tiempo antes que los planos generales, las
sabanas, los elefantes y las jirafas desnuden su condición de meras piezas de utilería,
de decorado vil (a tal punto que los de Africa mía ¿recuerdan, aquella
con Robert Redford y Meryl Streep? casi se hacen extrañar). Para entonces, la
primera de las grandes desgracias se apresta a ganar la pantalla. Después vendrá otra,
aun más terrible que la anterior. La que las sufre, por supuesto, es Mrs. Gallmann. Quien
oportunamente, y como para subrayar la alegoría que recomienda "seguir adelante a
pesar de todo", quedará embarazada de una hermosa criaturita.
Dios no quiera que su vida sea la
excusa de Pasión por Africa 2.
Guillermo Ravaschino
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