El orden de los créditos dice que El poderoso es una película protagonizada por
Sharon Stone. Motivos marketineros al margen, la verdad es que el pequeño Kieran Culkin
(hermano de Mackaulay mi pobre angelito ídem) es quien ocupa el centro del
relato. Y en todo caso lo comparte con otro niño actor, Elden Ratliff. El film es la
adaptación de una exitosa novela infantil, Mighty The Freak, cuyo tono general fue
agravado con el objeto de tornarla "apta" para adultos.
Kevin (Culkin) y Max (Ratliff), cada
uno por separado, son esa clase de criaturas destinadas a soportar la crueldad y el
escarnio de los compañeritos de aula. Kevin por ser jorobado y andar en muletas. Max por
su obesidad y esa timidez extrema, que confunden con idiotez. Pero a poco de conocerse
descubren que unidos pueden ser mucho más que la suma de las partes. Max tiene la fuerza
de un elefante y Kevin, el cerebro de un genio. Y se asocian del único modo que les
permite aprovechar las ventajas comparativas sin arrastrar los defectos de cada
cual: Kevin será la cabeza, literalmente casi, ya que se monta sobre los hombros de Max.
Este será la fuerza motriz. Así, apilados, caminarán buena parte del metraje.
La desolación inicial de los chicos
está muy bien planteada y, a partir de la asociación, asoman a saludables impulsos
vitales que parecían dormidos para siempre. El contraste también es energizante para la
película, que redondea un comienzo brioso. Hay que apuntar, no obstante, que la segunda
parte de El poderoso está muy por debajo de este prometedor arranque. Si hasta
parece otro film, deudor de todos y cada uno de los vicios felizmente ausentes en el tramo
inaugural. Al promediar la historia podrá saberse que Kevin es víctima de una enfermedad
incurable, que le quedan pocos meses de vida por delante. Sí, ese golpe bajo
estructural (y algo pasado de moda) al que, a falta de mejores ideas, apelaron tantos
guionistas deslustrados para alzarse con el Oscar.
Pero esto no es todo, amigos. El padre
de Max (James Gandolfini) vuelve a escena después de mucho tiempo, ya que purgaba larga
sentencia tras haber asesinado a su esposa. Este hombre debe ser el villano más
estereotipado de la década. No tanto por sus modos inopinadamente brutos y
cínicos como por sus actos: lo primero que hace es violar la libertad condicional
para secuestrar a su hijo. ¡Lo segundo es amarrar al chico a una silla para amenazarlo
sin ton ni son! Pero entonces... ¿quién podrá ayudar a Max? Pensaron bien: el
cerebro. ¿Pero cómo hará para arrastrarse hasta allí? Eso ya no se los diré. Sí
revelo, en cambio, que el enfrentamiento final despide olor a Mi pobre angelito.
¡Ah! Stone es la madre del paralítico.
Guillermo Ravaschino |